Las bajas de Jonathan Vila y Jony Castro obligaban a Abel Resino a recomponer la defensa. El toledano apostó por la experiencia, sobre todo en el lateral derecho, posición en la que Carlos Bellvís le ganó la partida a Antón de Vicente, la otra opción que había ensayado durante la semana. En el centro de la zaga, Cabral recuperaba la titularidad y jugó uno de sus mejores partidos con la camiseta del Celta, transmitiendo seguridad a sus compañeros y sacando todos los balones que le llegaban en el juego áereo.

El argentino fue clave además en la victoria, abriendo el marcador aprovechando la peinada hacia atrás de Augusto a centro de Krohn-Dehli, llegando con muchísima fuerza para alojar el esférico en la portería defendida por Jaime, que nada pudo hacer para detener el testarazo. Su celebración con el banquillo demuestra además la unión que existe en el equipo para tratar de continuar en Primera División.

A su lado derecho estuvo Carlos Bellvís, en una posición que ya conocía, el factor que decantó la balanza para que fuese titular. El valenciano disputó un sobrio partido en defensa, no pasando apenas apuros primero ante Larsson y después ante Bueno y Óscar.

Bellvís incluso se atrevió a lanzarse en ataque y tuvo en sus botas el tercer gol tras una magnífica acción individual en la que dejó en el suelo a un defensor del Valladolid antes de realizar un tiro muy flojo que paró Jaime sin problemas. Hubiese sido la guinda a un partido perfecto.