La temporada resumida en diez segundos. El equipo rojillo había remado a contracorriente desde la derrota sufrida ante el Balonmán Cangas en As Travesas. Había sobrevivido a aquella tempestad. Se mantuvo con vida hasta la última jornada. Sin embargo, cuando la salvación se tocaba con la punta de los dedos tuvo que encajar otro varapalo. La justicia no entiende de valientes. Tampoco de románticos. El Academia Octavio disponía de la última jugada de partido. Quedaban diez segundos. Quique Domínguez arriesgó. Se la jugó sin portero. El objetivo era lograr el último y decisivo tanto del partido. El entrenador académico buscaba el gol del triunfo, el gol que certificase la permanencia sin necesidad de depender del resultado del vecino de la Ría.

Esa jugada pasará a la historia del balonmano vigués. Fue como tirar una moneda al aire. Salió cruz. Rafa Dasilva perdió el balón y el Huesca anotó el tanto que privaba al Academia Octavio de sumar un punto. Esa derrota era la sentencia, la condena a jugar la próxima campaña en División de Honor B. Cruel desenlace para un colectivo que se mantuvo vivo en la lucha por la permanencia hasta el último suspiro. Resistió a la tempestad, pero acabó muriendo a la orilla.

El encuentro no pronosticaba semejante desenlace. El Academia Octavio fue por delante en el marcador durante buena parte del choque. Sin embargo, la tensión empezó a notarse a medida que pasaban los minutos. El conjunto oscense fue acercándose poco a poco hasta igualar la contienda. En el segundo período incluso llegó a ponerse por delante, pero Cerillo volvió a voltear el marcador cuando apenas restaban dos minutos. Las tablas regresaron al electrónico cuando quedaban diez segundos. A partir de entonces, fue cuando nació la jugada fatal. Fue un final cruel, un desenlace triste para un Academia Octavio que abandona la élite del balonmano español con la cabeza alta.