Al Athletic Club le bastaron poco más de diez minutos de inspiración, a la vez que de indolencia del Real Zaragoza, para asegurarse matemáticamente la permanencia y meter en un lío de dimensiones considerables al equipo aragonés, que vuelve a los puestos de descenso y pasa a depender de otros para lograr la permanencia.

Los zaragocistas tenían problemas para llegar hasta las inmediaciones del área de Iraizoz, hasta que una buena conexión de Apoño en el centro del campo con Montañés le permitió centrar un balón que encontró la cabeza de Postiga para adelantarse en el marcador.

En la última acción del primer tiempo los rojiblancos volvieron a superar por la espalda a los defensores blanquillos y el remate anulado a De Marcos se fue al fondo de las mallas.

Tras el descanso, el partido entró en una fase absolutamente anodina en la que salvo un remate de Postiga a los cinco minutos, las únicas acciones de peligro llegaban en centros a balón parado. A los diez minutos Ibai lanzó fuera una falta ajustada y al cuarto de hora fue el recién entrado Rochina el que botó una falta muy cerrada que en un intento de despeje Iraizoz estrelló en el larguero.

Como el resultado le valía a los maños empezaron a ceder metros en el terreno de juego a su adversario que empezó a irse hacia arriba casi sin querer. Fue su perdición.

Con un incisivo Llorente arriba y creando peligro por las bandas a los blanquillos les faltó contundencia para alejar un balón que ya había sacado como había podido Roberto y el delantero riojano terminó mandando el balón al fondo de las mallas.

A falta de diez minutos los maños trataron de irse para arriba en busca de una victoria que habían dado por segura durante demasiados minutos terminaron viendo como incluso se les esfumaba el empate en una acción brillante de De Marcos hasta la línea de fondo que culminó de espuela Ibai. Una corriente de aire muy fría recorrió el estadio maño que veía a su equipo, ahora a falta de dos jornadas, otra vez hundido en los puestos de descenso