Mientras hay vida, hay esperanza. A este principio universal se aferra alguien cuando las cosas no van bien, como le ocurre ahora mismo al Celta: condenado a creer en esa idea para no considerarse ya un equipo de Segunda División. Tanto le costó el ascenso a la máxima categoría, que se niega a arrojarlo todo por la borda a falta de tres jornadas para el cierre de la Liga. Lo explica el defensa Andrés Túñez: "Aunque la situación es muy difícil, a mí las cuentas me salen y nos vamos a agarrar a ese clavo ardiendo hasta el final". Y lo resume el consejero Pedro Posada al hablar de "hilillos de esperanza".

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