Florentino Pérez observa con creciente preocupación las últimas movidas propiciadas por un Mourinho desatado, que no ve límites a su cruzada antimadridista, porque no cabe describir de otra manera acciones que van contra claros representantes de lo mejor del club. Lo que quizás no aperciba el presidente del Madrid, o al menos le cueste trabajo reconocer, es que él es el primer responsable del desaguisado en el que se ha convertido el equipo de fútbol. El mandatario, sin ningún proyecto futbolístico, y van ya dos experiencias al frente de la nave, con resultados semejantes en ambas ocasiones, por lo que no puede hablarse de casualidad, se entrega de pies a manos a quien se presenta como el mago capaz de conseguir el éxito allá por donde pase. Pérez, aturdido por el vendaval barcelonista en forma de títulos, pica en el señuelo y en ese momento comete el gran error: el de creer que Mourinho está por encima del Madrid.

Mourinho ha ido quitándose la careta a medida que iba perdiendo competiciones en juego para acabar mostrándose como un egocéntrico de categoría. Es de los que cree que inventó el fútbol hasta el punto de que hace ostentación de títulos como si los hubiese ganado él, como si los jugadores hubiesen sido muñecos absolutamente dirigidos por él. No se trata de negarle todo porque en efecto siempre hay mérito en la victoria, ya que los demás con los que compites también se preparan para ello, pero no está de más recordar que Mourinho ha triunfado con equipos de élite, es decir con equipos que no son ajenos a campeonatos de Liga, a títulos de Copa e incluso a Copas de Europa o Ligas de Campeones. El reconocimiento de algún error, la humildad, el respeto por el adversario, están fuera de su código. Y bien estaría que se "apropiase" de algunas de esas cualidades sobre todo de las dos primeras - la tercera es capítulo aparte- para hablar de su balance en el Madrid porque a ver cómo explica que con toda una selección mundial a su disposición de momento sólo haya añadido al impresionante palmarés del Madrid una Liga y una Copa, a lo que podría añadir la del viernes. Algo ha fallado. Pero todavía no hemos oído a Mourinho decir en qué ha errado. Y difícil parece ser que eso ocurra con el nivel que está demostrando. Sólo se equivocan los jugadores. Titulares de las principales selecciones del mundo no son capaces de rendir convincentemente en el club. Si el entrenador no es responsable de ello, que cambien todos los manuales del fútbol, por favor.

Florentino Pérez, como si de un padre complaciente se tratase, no dejó de satisfacer ninguno de los caprichos del niño malcriado al que contrató como entrenador. Bueno, sí, parece que uno, según dijo Mourinho hace unos días, el del fichaje de Diego López en 2011, precisamente el mismo año en el que había dicho que Casillas se merecía ser elegido el mejor jugador del mundo, así que como no terminamos de creer la aseveración más reciente, pues todas las peticiones le fueron cumplidas. Esos sí que son Reyes Magos. Y más mago todavía el técnico capaz de estropear a conciencia todos los juguetes.

Eso sí, Mourinho no diferencia entre propios y adversarios. Igual le pega un zurriagazo de aquí te espero a Casillas, al que viene a presentar como un paquete, que le mete el dedo en el ojo a Tito Vilanova, que dice que Valdano no vale para lo que le fichó Florentino, o le da un buen rapapolvo a Sergio Ramos por no saber defender, o habla de Pepe como un frustrado, no hay árbitro que no esté contra él?en fin, un enemigo detrás de cada árbol. Así es que ha cuarteado la imagen del Madrid, con una afición dividida, por minoritarios que sean los antimourinhistas, y con creciente ganancia de antipatía incluso entre los nada proclives al barcelonismo porque este país ya tiene bastantes personajes de cuidado como para también aparezca uno que manche y haga tanto daño a una actividad tan divertida como el fútbol.