El Celta está a punto de concluir su aventura en Primera División. La derrota que se llevó ayer de su visita al campo del Betis (1-0) le obliga a preparar los enseres para comenzar la mudanza de categoría en unas semanas. Todavía no es oficial su adiós de la élite -se encuentra a tres puntos de la salvación cuando le restan dos partidos de Liga-, pero ha llegado a una situación límite, casi irremediable, cuyas mínimas opciones solamente pueden defender los ultra optimistas. Y como fútbol es fútbol, que diría Boskov, habrá quien sostenga que todavía se puede alcanzar un objetivo que comenzó a perderse de vista cuando el equipo vigués la pifió en Getafe y pasó a situarse entre los tres últimos. Y desde ahí, con doce jornadas por delante, ha sido incapaz de asomar la cabeza fuera del agua.

Lo peor de la derrota de ayer, en la que el árbitro tuvo mucho que ver porque le anuló un gol legal a Túñez por un fuera de juego inexistente, es que al Celta le quedan por delante dos semanas de angustiosa espera antes de enfrentarse al Valladolid en Zorrilla. En medio de esta agonía, los jugadores que entrena Abel Resino serán espectadores de piedra en la jornada del próximo fin de semana, en la que sus adversarios directos tendrán la oportunidad de abrir brecha en la clasificación.

El Celta salió derretido al solárium del Benito Villamarín, donde la temperatura rondaba los 35 grados centígrados a la hora de la siesta. El Betis, más acostumbrado a la canícula, le pasó por encima a los célticos en el primer cuarto de hora. Menos mal que Fernando Teixeira Vitienes estuvo extraordinario en la señalización de los fueras de juego en que cayeron reiteradamente los béticos, que protestaron la anulación de dos goles: a Rubén Castro (minuto 5) y a Pabón (min. 9).

El colegiado cántabro, sin embargo, arruinó las ilusiones del Celta cuando a diez minutos del final anuló un gol legal a Túñez, que arrancó tres metros más atrás de la defensa rival para recoger el lanzamiento de falta de De Lucas y superar a Adrián con un disparo alto y seco con la izquierda.

Ese tanto hubiera supuesto el empate, porque en el minuto 66, Rubén Castro aprovechó un centro desde la izquierda de Chica. El delantero canario no tuvo oposición en su remate franco ante Varas, porque incomprensiblemente su marcador, Jonathan Vila, se había ido al suelo por un resbalón y le había dejado la puerta abierta al bético para que pusiera a su equipo en ventaja.

Como ha ocurrido otras veces, el Celta recibía el castigo en un momento inoportuno, cuando parecía que controlaba el partido. Porque sufrió muchísimo en la primera mitad para atar en corto al Betis, que dominó el centro del campo y salió con verticalidad hacia la portería de Javi Varas, pendiente de cubrir las espaldas de una defensa que se protegía de los veloces atacantes adelantando la línea del fuera de juego.

Sin encontrar ritmo de balón ni saber asociar ideas, nerviosos e imprecisos, los célticos se encomendaron en los primeros minutos a las carreras de Aspas, que falló un control a pase de Krohn-Dehli, a los cinco minutos, lanzó fuera el balón tras un robo de Insa (minuto 26) y acabó lanzando a las manos del portero rival un contraataque, a la media hora. Varas tuvo que despejar un duro disparo de Rubén Castro en el minuto 20.

A pesar del dominio del Betis, el Celta había equilibrado las ocasiones de gol en la primera parte, que se cerró con una tarjeta amarilla a Jony que le impedirá jugar ante el Valladolid. Vila también agotó ayer el ciclo de cartulinas y se perderá la misma cita.

Los andaluces bajaron el ritmo tras el descanso. Eso permitió al Celta sobar más la pelota y añadir efectivos en torno a Aspas, que ayer no vio a Orellana, al que Abel retiró a los 55 minutos por De Lucas. Por su parte, Mel le dio oxígeno a su centro del campo: Nosa dejó sitio para que entrase Salva Sevilla, que tardó cinco minutos en poner en apuros a Varas.

Tras una llegada al área verdiblanca de Krohn-Dehli, con lanzamiento incluido, el Betis encontró por fin la red de la portería celeste. Rubén Castro marcaba su decimoséptimo gol de la temporada tras el tropiezo de Vila. El canario pudo sentenciar el partido en el minuto 71, pero su doble remate se fue al poste y lo despejó Varas.

Recuperado del susto, el Celta se lanzó al ataque: Oubiña tuvo el empate, pero su remate lo detuvo Adrián (minuto 74), y Túñez marcó pero el árbitro, una vez más en este final de curso, ayudó con su error a complicarle más la vida al equipo vigués, obligado a preparar la mudanza tras caer ayer por la mínima ante el Betis.