Dani Rivas se cae en una curva y se desliza sobre el asfalto de Jerez. Aunque prueba a levantar su moto y seguir, acaba por rendirse. Un accidente impredecible en apariencia, quizás un desliz de pilotaje, clausura su cuarta experiencia en una carrera de Moto2 del Campeonato del Mundo. Pero es, sin embargo, la consecuencia última de una larga cadena causal; el riesgo que asumen los pilotos meritorios, condenados a irrumpir esporádicamente en el Mundial en condiciones precarias.

Rivas, o sea, se cae porque fuerza en las frenadas para recuperar el terreno que el motor tísico le hace perder en las rectas. Al final, se le cierra la dirección y acaba en el suelo. Solo el último contratiempo de un fin de semana accidentado, del que pese a todo extrae conclusiones felices: "He podido competir con los mejores".

El moañés, que disputa el Campeonato de España de Velocidad (CEV) con TSR Motosport, acude a Jerez gracias a una wild card. Carta libre o salvaje en traducción literal, tarjeta de invitación en lo correcto, aunque ni lo uno ni lo otro. La wild card le cuesta 12.500 euros.

Es la más asequible. La wild card de 20.000 euros le hubiera supuesto un motor nuevo. Pero se le escapa de presupuesto. Aunque en teoría iguales en potencia, a Rivas le proporcionan el motor más lento. En consecuencia, la peor velocidad punta entre la treintena de participantes.

Rivas y su gente aterrizan en Jerez el viernes con la Kalex que emplean en el CEV. Los responsables del Mundial, además del motor, también aportan el embrague y los neumáticos. Las gomas son Dunlop. Le exige a Rivas un esfuerzo de adaptación porque en el CEV se emplea Michelin. Va de suyo. No se espera lo del embrague antirrebote. Parece bien. Lo montan. No se acciona. No se lo quieren cambiar. Entre dimes y diretes casi se les va el viernes.

Para mayor desgracia, en lo poco que rueda ese día se cae. Un problema eléctrico le apaga la moto en pleno rodaje y la montura lo escupe. Se golpea los nudillos y se disloca el meñique. "Me ha molestado algo", dice con esa capacidad de sufrimiento que parece inherente al oficio de piloto.

Pese a todo, Rivas se había ilusionado con la carrera. En el warm-up de la mañana había marcado el decimocuarto tiempo. En carrera, hasta la caída, estaba remontando. Se queda con haberse sentido uno más entre los mejores porque "en el Mundial no hay nivel medio, son todos buenísimos".

Confiesa cierta amargura: "Corres lastrado". Tanta dificultad no le compensa el gasto. Renuncia a optar a otra wild card para Montmeló, como en principio había planeado. "Así no compensa hacerlo". Solo volverá a competir en este Mundial si lo convocan para sustituir a otro piloto. No renuncia al sueño de un asiento estable, pero prefiere centrarse en lo inmediato: la segunda prueba en Motorland del CEV, donde no es un actor secundario sino protagonista, candidato al título.