Perder en Pamplona entraba en los cálculos del Octavio. Duele la forma. El 32-23 "no refleja en absoluto lo que sucedió en el encuentro", certifica el entrenador rojillo, Quique Domínguez. Los vigueses apenas logran un gol en el último cuarto de hora. Esgrimen una razón. "Cuando se está tan caliente es mejor tener el pico cerrado, pero madre mía... No digo que fuésemos a ganar, pero no nos han dejado", escribe Pablo Cacheda en Twitter. Posteriormente concreta: "Unos 15 últimos minutos de vergüenza en lo que al arbitraje se refiere. Probablemente nos ganasen igual pero no así". Reacción en el calor de la derrota que su técnico, horas y kilómetros de asfalto después, secunda de viva voz: "Nos sentimos frustrados".

Anaitasuna es séptimo. Su proyecto ha crecido al paso que menguaba el convecino del Portland. En casa están intratables para los rivales de clase media baja. El itinerario que el Octavio se ha marcado hacia la permanencia contemplaba esta vía como atajo alternativo. El paso obligado es la victoria del próximo viernes sobre el Palma del Río, colista. Con todo, duele. "Acabamos el partido desquiciados", abunda Domínguez sobre el asunto. "Estábamos metidos de lleno en el partido y de repente los árbitros les pusieron la victoria en bandeja".

El preparador pontevedrés no emplea la queja sistemática, sino la puntual, como en aquella falta nunca señalada sobre Polakovic en Guadalajara que privó a la escuadra del empate. De Casado Fernández y Vera Ávila se queja sin embargo con desconsuelo. Aunque "caseros en todo momento", la actuación arbitral le parece aceptable hasta que el técnico local, Etxaburu, pide tiempo muerto en la segunda mitad para frenar la remontada del Octavio. Los olívicos han escalado del 21-16 al 22-21. Cuando los jugadores regresan a la cancha todo ha cambiado. Domínguez compendia el memorial de agravios: "Una exclusión tras otra, faltas de ataque inexistentes, jugando bajo la amenaza de pasivo ya al segundo pase...". En conclusión, "un cambio radical" que deviene en "impotencia" académica.

El técnico niega que la escasez de efectivos agotase las energías del grupo. "No era cosa de fatiga en esta ocasión. Habíamos llegado bien al final del encuentro". Y eso a pesar de las ausencias de Dasilva y Fran González. Dasilva se quedó en Vigo con una bursitis en el codo de tal nivel que incluso le provocó fiebre. Sin su único zurdo en primera línea, Juárez actuó mayormente como lateral. Fran viajó pero la tendinitis del Aquiles le impidió jugar. Germán Hermida amplió su cuota de minutos. Otro canterano, Giráldez, entró en la recta final. "Fue en general un gran encuentro, teniendo en cuenta nuestras carencias y que Anaitasuna está jugando fenomenal", valora Quique Domínguez. "El esfuerzo fue enorme. Nos salió un partidazo, que no fue justamente correspondido".

La ruleta arbitral vuelve a girar. No oculta Domínguez lo que desea el viernes ante el Palma, aunque lo diga en broma: "Que sea un arbitraje tan casero como ha sido éste". La escuadra cordobesa, si bien descendida en la práctica, quiere morir matando. Domínguez preparará el choque con la vista puesta en Dasilva y Fran.