El asalto a Saint-Denis se ha convertido en el único camino asfaltado hacia Brasil. Si España doblega a Francia devolverá el orden natural de las cosas, recuperará el liderato del grupo y tendrá ante sí un panorama despejado en el que el mayor peligro volverá a ser la relajación propia. Si los galos resisten al talento de la Roja, Brasil se alejaría sensiblemente. La repesca, una especie de lotería a cara o cruz, sería el único camino viable, pero España aún tendría que hacer méritos para meterse en ella. El peor segundo de los nueve grupos se quedará fuera. Ahora mismo, España ocupa esa posición junto con Israel y Suecia, si bien con algún partido menos que otros segundos y en un grupo de sólo cinco equipos. En los de seis, se eliminan los resultados frente al colista.

La cuestión es cómo ha llegado a esta situación la selección que asombra al mundo. Un resumen, quizá perverso, apuntaría a que dos jugadas desgraciadas han logrado poner en serio peligro la clasificación de España. La primera desembocó en el gol del francés Giroud en el minuto 94 del encuentro ante Francia. Sin ese tanto, España tendría ya en su bolsillo los billetes para Brasil. La segunda se produjo en El Molinón. Hamalainen cargó por la izquierda y asistió a Pukki en la única aproximación con cierto peligro de los finlandeses.

Al margen de esa acción aislada, hubo algunos factores que fueron abocando el encuentro a este fatal desenlace. De entrada, la ausencia por razones físicas de cuatro futbolistas que dan identidad y carácter a este equipo. Casillas, Puyol, Xavi y Xabi Alonso son cuatro bajas que acusaría cualquier equipo del mundo. Incluso España. Ante un rival como Finlandia la más sensible fue la del cerebro catalán, experto en encontrar espacios. Tanto Xavi como Alonso se espera que estén listos para jugar en París.

No se trata de escudarse en las bajas. La selección española que jugó el viernes tenía potencial más que de sobra para haber doblegado a su rival. No fue así, por algunas decisiones cuestionables del seleccionador y de los futbolistas. También es cierto que Finlandia no fue el equipo que se esperaba. Los vídeos mostraban un combinado alegre y atrevido que presiona arriba con sus tres atacantes. El Molinón vio un equipo ultradefensivo, aunque muy limpio, que apenas concedió faltas cerca de su área. Finlandia atascó a España con un conglomerado bien espeso y sin una mala patada. Únicamente se le sancionaron ocho faltas en contra.

Los futbolistas tampoco pusieron de su parte. Es cierto que dominaron a su rival y con diez futbolistas bien metidos en terreno finlandés, pero faltó frescura para crear ocasiones claras. Maenpaa se fue casi inédito y el gol de Ramos llegó en una acción de estrategia bien trabajada. España sesteó durante muchos minutos, le costó abrir la lata, se conformó con el gol de Ramos y luego le entraron las prisas. Un cúmulo de circunstancias que tampoco merecía un desenlace tan negativo. No fue el partido más brillante de la Roja, pero Finlandia tampoco hizo méritos para tanto botín.