La Liga Femenina 2 bajará este sábado el telón para el Celta Selmark, que disputa en León su último partido de una temporada atípica en todos los sentidos. Tras casi dos décadas en la élite del baloncesto español, la delicada situación económica impedía a las viguesas competir en la máxima categoría, obligándoles a bajar un escalón. Había que apretarse el cinturón, los recursos escaseaban y se confeccionó una plantilla en la que las señas de identidad estaban claras -juventud y cantera- y un único objetivo -la permanencia-.

La historia tiene final feliz. El Celta Selmark ha conseguido la salvación con varias jornadas de antelación y está inmerso en su mejor racha de resultados de la temporada, suma tres victorias consecutivas y llega al final del camino con el deseo de que esto no terminase en este punto. Así lo piensa Deborah Rodríguez, una de las "veteranas" del grupo con tan solo 24 años, que asumió la capitanía a principio de campaña y lamenta que esto se acabe.

"La gente está triste y eso es bueno porque dice que nos lo hemos pasado muy bien juntas", destaca Rodríguez, que ha asumido con total naturalidad los galones de la capitanía, en gran parte gracias al buen ambiente que ha reinado en el vestuario durante estos últimos meses: "Al principio choca un poco, porque veía que otras temporadas con 24 años sería la 'yogurina' y ahora soy la tercera mayor. Pero es un grupo muy fácil de llevar, me lo pusieron muy fácil".

Quintas en la clasificación, las viguesas tienen la posibilidad de afianzar la posición ante el Aros León, que suma las mismas victorias. El grupo dirigido por Carlos Colinas no ha dejado de crecer en estos meses y ha alcanzado cotas muy por encima de la exigencia inicial. Por eso, que llegue ahora el final supone una desilusión.

"El problema es que no nos viene bien que la Liga sea tan corta al ser una plantilla tan joven, necesitamos tiempo para adaptarnos, las chicas nuevas en asimilar la competición. Ahora cuando estamos explotando se termina y, de ahí, en parte es la pena, verse muy cómodas en esta situación y que se acabe ya", lamenta la capitana.

Déborah es consciente de que una de las señas de identidad del equipo ha sido la irregularidad, achacable a la inexperiencia de la plantilla. Circunstancias naturales en la carrera de toda jugadora que hará madurar al grupo y que abren una ventana de optimismo.

"Sabemos que metimos la pata, que faltó constancia, tranquilidad en ciertos momentos y por eso se nos fueron partidos como el de Avilés, en el que íbamos ganando de 20 al descanso y perdimos. Esa es la templanza que se adquiere con los años, saber parar el partido, es lo que nos falta, es una tarea a mejorar", señala la pívot, que reconoce que en algún momento de esta segunda vuelta sí soñaron con meterse entre las cuatro primeras.

Ahora, con todo el pescado vendido y, haciendo la justa autocrítica que se debe hacer siempre al concluir las temporadas, es momento de celebración suceda lo que suceda el sábado. "Pase lo que pase, estamos todas muy contentas, evidentemente queremos ganar y ser quintas, sería bonito ver que el primer año nos quedamos ahí", proclama Déborah, que lleva casi toda su vida ligada a la estructura del club presidido por Paco Araújo y que valora el esfuerzo de toda la institución para mantenerse con vida. La viguesa mira con nostalgia hacia el pasado pero, a la vez, esperanzada en un futuro en el que el Bosco siga escribiendo capítulos gloriosos.

"A veces hay que dar un paso atrás para coger impulso hacia arriba, mejor estar aquí que en ningún lado. Se puede tirar de la casa, confiar en nosotras", concluye Déborah. Motivos, hay de sobra.