El fallo del Comité de Competición sobre la expulsión de Aspas era más o menos el esperado por el Celta, que confía en que Apelación rebaje hoy a dos partidos la sanción al delantero de Moaña. El club espera que los organismos disciplinarios del fútbol españoles resuelvan la expulsión de Aspas de la misma forma que la de Kondogbia, del Sevilla, al que le mostraron la roja directa tras darle un pisotón a Diego Costa, del Atlético.

En el caso del sevillista, Competición lo castigó con cuatro encuentros y al día siguiente Apelación rebajó la sanción a la mitad. El primer organismo aplicó el artículo 98 del Código Disciplinario de la Real Federación de Española de Fútbol, que establece. "Es factor determinante para que haya agresión que el juego esté detenido o a distancia tal de donde el mismo se desarrolla que resulte imposible intervenir en un lance de aquél". El Comité de Apelación, por su parte, rebajó la sanción a dos partidos al interpretar que no existió agresión, sino sólo violencia en el juego, aplicándole el artículo 123, que establece un castigo de entre uno y tres partidos.

Apelación, entonces, no tuvo en cuenta el acta arbitral, en la que se apuntaba: "Kondogbia fue expulsado por pisar a un jugador rival a la altura inguinal, cuando éste se encontraba en el suelo, durante una interrupción del juego".

El Celta considera que en la expulsión de Aspas concurren circunstancias semejantes a la de Kondogbia. Es más, en el recurso ante el Comité de Apelación, el equipo vigués recuerda los antecedentes sobre los hechos del viernes pasado en Riazor, pues Marchena y Aspas tuvieron algunas diferencias en el partido de ida en Balaídos, donde el defensa del Deportivo agarró violentamente del cuello al delantero del Celta, como se recoge en imágenes de televisión. Es más, Aspas perdió piel en la zona afectada por la agresión del deportivista, que pasó desapercibida para el árbitro, a pesar de encontrarse cerca.

Insiste el Celta en el recurso, además, que el cabezazo de Aspas a Marchena en Riazor fue "un lance del juego" y que se produjo como reacción a que el zaguero sevillano pisase con los tacos de sus botas la espalda del atacante céltico, que se revolvió desde el suelo.