El alemán Gerald Ciolek sorprendió en el último metro al favorito, el eslovaco Peter Sagan, e inscribió su nombre por primera vez en el historial de la clásica Milán-San Remo, primer "monumento" de la temporada ciclista, que en su 106 edición sufrió severos recortes por la nevada.

Sagan, con cinco triunfos este año, parecía en condiciones ideales para ganar por primera vez en San Remo, al llegar en un grupo de seis al último kilómetro, pero lanzó el esprint de forma prematura y Ciolek, que le sostuvo el pulso, le batió sobre la línea.

El temporal de nieve obligó a los organizadores a decretar dos neutralizaciones para no poner en peligro la seguridad de los ciclistas, que pasaron el Turchino -km. 142, primer ascenso, el más duro de la carrera- y La Manie (km. 204) arrellanados en el asiento del autobús en dos neutralizaciones de la carrera.

Todos los pronósticos apuntaban a Sagan, un velocista polivalente que demostró una gran puesta a punto en la reciente Tirreno-Adriático al ganar dos etapas, y al suizo Fabian Cancellara, ganador en 2008.

El Cannondale de Sagan se puso a trabajar al frente del pelotón para neutralizar la primera gran escapada de la jornada. La lluvia facilitó la neutralización de los seis fugados.

El Cipressa y el Poggio, a seis kilómetros del final, ofrecían las últimas oportunidades a los aventureros, de forma que las hostilidades se rompieron inmediatamente y la primera víctima fue el vencedor del año pasado, el australiano Simon Gerrans.

Por la cima del Cipressa pasó un grupo de una treintena de corredores, y en la bajada aceleró el campeón mundial, Philippe Gilbert, que se llevó a otros siete.

El francés Sylvain Chavanel fue el siguiente en probar fortuna, formando un trío con el inglés Ian Stannard y el ruso Eduard Borganov que a 10 km. de meta tenían 26 segundos de ventaja a pie del Poggio. Un ataque de Stannard le dejó solo con Chavanel. Juntos coronaron el Poggio con 25 segundos sobre el grupo, en el que se movieron Luca Paolini, Sagan, Gerald Ciolek y Fabian Cancellara en pleno descenso para atrapar, a 3 km. del final, al dúo delantero. Sagan, el mejor velocista de ese grupo selecto, parecía tenerlo todo a su favor, pero no contó con la potencia de Ciolek.