El Canarias dio la gran sorpresa y se impuso por primera en la historia, al Real Madrid, que suma su segunda derrota consecutiva en la presente temporada.

La dirección de Uriz, con siete asistencias; los puntos de Rost y Guillén, 18 y 16, respectivamente; y los rebotes de Donaldson y Blanco, seis cada uno, dieron una merecida victoria al equipo de La Laguna que se llevó una gran ovación del público local al finalizar el encuentro y en determinadas fases del mismo.

El Madrid, sin Rudy y con Mirotic aportando solo 4 puntos en 27 minutos, se estrelló ante la defensa visitante, y jugó muy irregular, a tirones. El debut de Darden tampoco aportó nada pues hizo dos puntos en nueve minutos, y físicamente el cuadro local se hundió al final, en el último cuarto, en el que los tinerfeños lograron un parcial de 31-21.

El Canarias dominó el primer periodo con Richotti y Guillén liderando a los suyos hasta que obligaron a Laso a pedir tiempo muerto con 11-20 en el marcador a 3:17 para el final de ese periodo.

El cuadro de La Laguna no iba a volver la cara al encuentro y siguió el ritmo de los locales con Rost y Richotti destacados, y a pesar de que los colegiados señalaron una rigurosa antideportiva a Donaldson en el minuto 29, la tercera falta. Poco después también le iba a caer la tercera a Rost.

En la reanudación, el equipo de Laso defendió mal a los exteriores canarios, de tal forma que los de negro se vinieron arriba a base de triples, uno sobresaliente de Blanco, de apretar en defensa y sorprender a sus rivales bajo los aros. Laso dio entrada a Carroll y Rodríguez por Suárez y Draper, pero los madrileños no mejoraron y llegaron tres abajo al cuarto decisivo (62-65) .

El equipo local se acabó de descentrar y se precipitó sin saber cómo superar la zona canaria, cualquier rechace finalizaba en manos de un jugador canario.

Enfrente, la cuestión era saber si los hombres de Martínez serían capaces de aguantar la presión de estar a punto de dar la gran sorpresa y entrar en la historia. Y lo hicieron. Un gran Uriz superó a Rodríguez y encontró siempre un compañero.