El excelente estado de forma del Real Madrid, con las victorias sobre el Barça, la clasificación para la final de Copa y el pase a cuartos de la Champions, aplaza un debate que podría haber devorado la actualidad de la escuadra durante los últimos cuatro meses de competición. El entorno se centra en la pelea por los títulos y se olvida un tanto del futuro de José Mourinho, que mañana podría dirigir su último partido como técnico merengue en Balaídos aunque el Celta mantenga la categoría.

En cierto punto de la temporada, bien pronto en realidad, la mayoría de analistas empezó a dar por hecho que la "era Mourinho" tocaba a su fin, un poco por hartazgo mutuo tanto del presidente, Florentino Pérez, como del propio entrenador. El divorcio con notables pesos pesados del vestuario, significadamente con Casillas, colmaba el vaso y hasta el apoyo del Bernabéu flaqueaba.

Todo ha cambiado en dos semanas. Casillas, lesionado, ha dejado de convertirse en una molestia y es a él a quien se le complica el futuro. "Íker no hubiese hecho las paradas de Diego López", asegura Ferguson sobre lo acontecido en Old Trafford. Karanka asegura que su jefe vive al día. "A mí me transmite lo mismo que desde el primer día: trabajar en el día siguiente. Ni le pregunto por su futuro ni me interesa. Él piensa en el Real Madrid y no hay otra cosa en su cabeza", declara. Aunque los expertos sostienen mayormente que Mourinho se irá, gane o no la Décima.