Una salida fulgurante e intensa del Celta, con tres goles en los primeros cinco minutos, y la buena actuación de Emilio, el portero, le dieron a los vigueses un cómodo triunfo ante un Málaga que despertó muy tarde. El grupo dirigido por Ramón Carnero demostró tener más precisión y mentalidad ganadora en los primeros minutos.

No fue un encuentro de calidad. Se diluyó debido a la superioridad del Celta desde el primer minuto. El Málaga despertó cuando tenía todo en su contra y los vigueses se habían armado con una gran dosis de confianza. Eso le dio al Celta la oportunidad de elegir mejor sus jugadas, de darle pausa al juego y de sorprender una y otra vez a su adversario.

El Málaga se enquistó. No estuvo cómodo en la pista. El abultado resultado en contra le desmotivó. Sus jugadores parecieron ausentes durante mucho tiempo. Todo lo contrario que un Celta cada vez más seguro. En la primera mitad quedó todo decidido y la segunda se convirtió en un trámite, salvo un pequeño intento de reacción por parte andaluza.

La ausencia de Salva Ballesta se convirtió en una anécdota. Algunos preguntaron, en forma de gritos, por él. Pero poco más. El público disfrutó con los goles de su equipo y se olvidó de otras cosas.