Con la puntualidad y generosidad de un Rey Mago, Iago Aspas llenó de ilusión la mañana del celtismo y relajó los ánimos de un equipo que comenzaba a meterse en problemas serios tras la serie de resultados negativos que acumulaba. El moañés lideró con dos goles y su habitual personalidad la justa e importante victoria sobre el Valladolid y siguió llamando de paso a las puertas de la selección española donde Del Bosque ha empezado a buscarle un hueco convencido de que el chico reúne condiciones para alternar con la generación más brillante del fútbol español. Ya nadie duda de que podría integrarse en ella.

Aspas respondió así de forma enérgica a la llamada de atención que le llegó hace unos días por medio de Paco Herrera, quien tal vez había advertido despiste y endiosamiento en el canterano Podía ser eso o un simple recurso de técnico veterano para exprimir aún más el talento del joven delantero, esencial en el destino del equipo vigués en estos momentos. El gallego coronó una extraordinaria actuación coral de los hombres de Herrera que se llevaron por delante al Valladolid al que superaron en intensidad y juego desde el pitido inicial. Fue el premio a la propuesta atrevida de Herrera que dejó a Oubiña solo en el medio del campo escoltado por Alex López y el incansable Khron-Dehli; con Bermejo de enganche y Aspas y Park en punta. Fue el Celta un equipo que atacó con mucha gente y casi siempre a gran velocidad, dispuesto a aprovechar la generosa propuesta de Djukic, que no renunció a sus ideas pese a las importantes bajas que tenía en su línea ofensica. Así, a toda mecha, llegó el primer gol del Celta en una jugada que encumbra a Khron-Dehli y a Aspas. A un toque, el danés colocó un pase maravilloso de cincuenta metros a la espalda de los centrales del Valladolid. Un chispazo de genio, de futbolista de verdad que cogió a todo el estadio con el pie cambiado salvo a Aspas que arrancó como un cohete para plantarse frente a Dani y superarle por alto con calidad y frialdad.

Simulaba ser una mañana tranquila para el enérgico Celta, involucrado y valiente, que atacaba con casi todo lo que tenía a mano. Pero el día aún iba a examinar la entereza del grupo de Herrera. Sucedió solo cinco minutos después del primer gol por culpa de un enredo de Javi Varas. El meta sevillano falló un despeje de forma ridícula, Javi Guerra llegó para meter la puntita del pie y provocó un penalti que solo quedó en tarjeta amarilla cuando Balaídos temía lo peor. Alberto Bueno agradeció el regalo y empató el encuentro.

Pero lo mejor del Celta fue que no pareció inquietarse en exceso por lo que acababa de sucederle. Es de esas señales que hablan de un correcto proceso de maduración del bloque. Insistió con seguridad y buen toque en busca del segundo tiempo. Firme atrás y con un excelente nivel de implicación de sus mediocampistas, los de Herrera pisaron con insistencia el área del equipo castellano. Tal vez sin las ocasiones de otros días, pero con la misma confianza. Uno de los grandes valores de este Celta es ese, que no parece dudar del camino que debe llevarle a la victoria. Herrera varió continuamente la posición de Alex y Khron-Dehli e insistió en esa idea de meterlos al medio para dejar las bandas a Hugo Mallo y Roberto Lago que subieron con frecuencia y acabaron convertidos en extremos. En una de las subidas del vigués, cumplida la media hora, su centro fue al segundo palo donde volvió a aparecer Aspas. Balenziaga cargó a destiempo y Velasco Carballo señaló un penalti que serviría para medir la personalidad del canterano. Lanzó a la derecha del gigantesco Dani que no llegó de milagro a su remate. Celebraba el gol el canterano cuando Velasco Carballo ordenó la repetición del lanzamiento. Un trauma para la mayoría de los jugadores. El moañés no pestañeó. Volvió a insistir en el mismo lado, pero con más precisión aún mientras el meta volaba hacia el palo contrario.

La ventaja del Celta sobre el Valladolid, evidente desde el pitido inicial, se traducía también en el marcador con el que se llegó al segundo tiempo. No dio un paso atrás el grupo de Herrera, un mal que ha sufrido algunos días esta temporada. Sostenido por la mejor versión de Oubiña y con el trabajo incansable de Khron, Alex y Bermejo -cuyo pecho es la solución a muchos problemas del equipo-, el Celta buscó el tercero de forma decidida. Otra vez sin ocasiones claras, sin obligar al meta rival, pero transmitiendo confianza y ambición. Llevaban seis minutos del segundo tiempo cuando Alex López recibió un balón en la frontal del área y conectó un misil que se estampó con violencia contra la red vallisoletana.

Ese gol le dio a los de Herrera toda la tranquilidad del mundo. El Valladolid movió el equipo a la desesperada y cuando el Celta vio que aquello podía suponer alguna clase de agobio tiró de banquillo. Insa ayudó a Oubiña en el medio y Toni y De Lucas entraron para añadirle al equipo piernas frescas. Con enorme madurez el equipo vigués llegó al pitido final mientras respiraba aliviado. La clasifcación aprieta un poco menos, el equipo da otro paso hacia su maduración. Sigue sin los puntos que merece por juego, pero ésa es otra historia.