La escena se confecciona entre lo que cuentan las fuentes y lo que se conjetura. Phil Jackson está estudiando cómo enfocar su tercera etapa al frente de los Lakers. La prensa concede un "95 por ciento de posibilidades" a su regreso. Incluso el entorno de otros candidatos, singularmente de Mike D'Antoni, se resigna: "Solo Phil puede perder el trabajo". Y Phil paladea que Jim Buss, su enemigo íntimo, el hijo del propietario de la franquicia, Jerry, y a la vez hermano de su novia Jeanie, aceptará el trágala que le ha planteado. De repente suena el teléfono. Es el general manager, Mitch Kupchak, quien acompañó a Jim Buss escasas horas antes a la reunión con Jackson. "Hemos elegido a Mike D'Antoni", le espeta. Phil Jackson se queda "aturdido". Es la palabra que la periodista Ramona Shelburne emplea en su columna para ESPN. Es la descripción que le realiza un íntimo del técnico. Es la sensación que uno nunca vincularía al "maestro zen" y que sin embargo se contagia a toda la NBA.

La noticia destroza en un segundo las sesudas prospecciones periodísticas. Altera lo que se entendía como transcurso natural de la historia. Todo el mundo quería a Phil Jackson. Secundaban la opción los jugadores, encabezados por Kobe Bryant; los especialistas; los espectadores del Staples; incluso Time Warner Cable, detentadora de los derechos televisivos de los Lakers, que según Los Angeles Times confiaba en la efervescencia provocada por Jackson para forzar un acuerdo con la plataforma de televisión por satélite DirecTV. Todos ellos elaboraron sus cálculos sin considerar la volatilidad humana en la lucha por el poder. Intriga y codicia se mezclan en este drama palaciego.

La explicación oficial es lo que dice el portavoz de los Lakers, John Black, que afirma que Jerry Buss, su primogénito Jim y su ejecutivo Kupchack han considerado "de forma unánime que D'Antoni es el mejor entrenador para el equipo en este momento". Desde ambas trincheras se inicia el fuego cruzado en forma de filtraciones citables pero no atribuibles. "Phil Jackson pedía la luna", afirman. Quería cobrar 12 millones de dólares por temporada, lo mismo que ganará D'Antoni en cuatro. Añaden otras exigencias: ausentarse en los viajes más engorrosos, rodearse de sus pretorianos... "No llegaron a hablar de dinero", replican los próximos a Jackson.

La mayoría de expertos apuestan por el choque de egos. Jackson había pedido autonomía deportiva y una participación accionarial. Quería tutelar la transición tras su retirada, como mentor de su sucesor (quizás Pippen o Shaw). Miguel Ángel Paniagua, uno de los grandes especialistas españoles en la NBA y exsocio de Warren LeGarie, agente del despedido Mike Brown y del contratado D'Antoni, resume: "Jimmy Buss estaba dispuesto a tragarse sapos y culebras, a ceder su nuevo despacho -antiguo de PJ- pero jamás a ceder el control".

D'Antoni espera a que se disipe la polvareda. Convalece de una operación de rodilla. En diez días estará listo para dirigir al equipo. Asume el reto más complicado: hacer funcionar este equipo mastodóntico con Jackson como adversario imbatible idealizado por el "y si...".