Al Academia Octavio, brillante en el tramo de calendario teóricamente más áspero, se le está atragantando el inicio de su auténtica liga. La escuadra viguesa ocupa la penúltima posición con cuatro puntos, todos cosechados ante adversarios de lujo (empates con Granollers y Ademar, victoria ante el Naturhouse). Amagó con sorprender al Atlético. Estuvo digno en el Palau. Ahora, sin embargo, encadenado dos derrotas dolorosas: en Guadalajara, por el error arbitral que le privó de la igualada; ante Anaitasuna, por la inesperada paliza, que mastican.

El entrenador académico, Quique Domínguez, y su plantilla volvían ayer a verse las caras en el vestuario del Central. Lo abandonaron el viernes por la noche, con un 28-38 clavado en el alma. Los rojillos han tenido todo el fin de semana para reflexionar. Domínguez anticipa horas antes del entrenamiento: "Hablaremos de lo que ha sucedido. Pero dentro de la normalidad, como solemos hacer sobre cada partido. Ellos también me expondrán su punto de vista".

El preparador, cuyo ceño anunciaba tormenta a la conclusión del choque con el Anaitasuna, apuesta sin embargo por la serenidad. Aunque admite que el 28-38 no se sitúa en parámetros normales. La derrota se acepta en una campaña marcada por la igualdad entre los modestos. "Pero una diferencia tan grande sorprende ante un rival de nivel parecido al nuestro", confirma.

El Octavio se desangró en defensa. Había encajado 29 goles de promedio en las siete primeras jornadas, en las que se había medido a los ataques más poderosos de Asobal. Anaitasuna, que había marcado 27,5 de media, elevó en una décena su producción y fuera de casa, en una cancha tan difícil como As Travesas. "Los fallos en defensa generaron incertidumbre en ataque, nerviosismo. No estuvimos a nuestro nivel. Dejamos que el adversario jugase cómodo", detalla Quique Domínguez, que confiesa que le ha dado muchas vueltas en su cabeza a lo sucedido: "Lo he analizado mucho. He visto el vídeo detenidamente. Es de esos días en que no te salen las cosas. Cometimos muchos pequeños errores encadenados".

En el pecado va la penitencia y no ya por la dura resaca. El suplicio comenzó con el partido aún en juego. El Octavio aún creía en la remontada cuando regresó de la introspección del descanso con un 14-19 en el electrónico. Los vigueses tenían reciente su hazaña ante el Naturhouse, enemigo de mayor pelaje que Osasuna. La realidad los abofeteó. "La segunda parte se nos hizo muy larga", describe Domínguez. "Intentamos cosas y ninguna salió; al contrario, con cada una se nos descosía más el partido". Un estropicio que no había presentado síntomas previos, aunque el técnico aclara: "Fue una semana complicada. Lloria sufrió un virus, Dasilva tuvo que parar por la rodilla, Vargas estuvo entrando y saliendo, Alemany sufrió un esguince... No tuvimos continuidad. Pero llegamos al partido conociendo al rival y sabiendo que nos jugábamos mucho. No tuvimos el día". En el listado de molestias hay que incluir desde el viernes a Macías, con un esguince de rodilla como culmen de la negra jornada.

La liga se detiene ahora una semana. A la vuelta, el Octavio visitará al Palma, otro adversario directo en la pelea por la permanencia. Domínguez hubiera preferido que el partido llegase de forma inmediata para aliviarse la amargura. Pero insiste en tomarse lo sucedido con naturalidad: "Sería preocupante si se repitiese. Nosotros seguimos adelante".