La Primera División no esperó ni un solo día en mostrarle al Celta su lado más cruel e ingrato, el de una derrota injusta y a traición que castigó de forma exagerada la generosidad, el esfuerzo y el juego del conjunto vigués al que solo le faltó acierto en el remate para completar la tarde soñada, la del regreso a la máxima categoría tras invertir cinco años de su vida en atravesar el que parecía interminable desierto de la Segunda.

Pero este deporte no entiende de sentimentalismos y menos una categoría en la que hasta el utillero rival constituye una amenaza en potencia. Lo descubrió de golpe el Celta, dinámico y atrevido, que pagó un descuido de su impecable defensa para conceder un gol a una criatura de 16 años y 85 días de edad de nombre Fabrice Olinga y que desde ayer es historia del fútbol español al convertirse en su goleador más joven. Un premio excesivo para el aseado Málaga de Pellegrini, una paliza brutal para el grupo de Herrera que atacó con coraje, que por momentos en el segundo tiempo abrumó al cuadro andaluz, pero que siempre se encontró con Willy Caballero o con los postes, sobre todo en la orgullosa carga final. En esos instantes buscaron con todo lo que tenían a mano el gol del empate y solo encontraron razones para desesperarse de que la Primera les negase una pizca de fortuna en su anhelado reencuentro. Pero la tarde, al margen del marcador, está llena de buenas noticias para el Celta que comprobó que puede competir con decencia en la categoría, que sus canteranos hambrientos de fama dan el nivel y que ha acertado con las contrataciones como lo demuestra el gran partido de Varas o Cabral y el ilusionante debut de un Augusto Fernández aún falto de piernas.

El Celta se comportó con inteligencia y descaro. Herrera tomó la discutible decisión de escorar a Alex a la izquierda para jugar con un 4-4-2 con la idea de descolgar a Aspas y De Lucas en punta. La idea era ahorrarle esfuerzos defensivos al catalán y que gastase sus piernas en buscar el área rival. El inconveniente de ese plan es que Alex, dinámico como nadie, participa menos en el juego de lo que debería y Bustos €que acompañó a Oubiña en el centro€, está solo para la fase destructora. Aún así el Celta amargó la tarde a la defensa del Málaga. Le concedió la pelota por momentos hasta que caían en su trampa. Los andaluces y su agarrotada defensa sufrieron de lo lindo ante los ataques a toda pastilla del conjunto de Herrera. Disfruta así el Celta. Se siente feliz con metros y espacio para correr. Jugó en largo de forma primorosa porque Aspas las ganó casi todas por astucia y solo el fallo en el último pase impidió adelantarse en el marcador. Tampoco se libraron de los apuros atrás porque el Málaga está lleno de jugadores inquietantes y eso permitió que los aficionados comprobasen que Javi Varas promete ser un gran acierto (dos grandes intervenciones en el primer tiempo) y que Cabral tiene toda la pinta de imponer su jerarquía en una defensa que rindió de un modo sobresaliente toda la tarde. En el tramo final del primer tiempo, más animado, Alex dispuso de la ocasión más clara para el Celta pero una inoportuna pierna rival desvió su disparo.

A los de Herrera se le fueron los pocos miedos que aún le tenían al partido en el arranque del segundo tiempo, que supuso una explosión de energía e intensidad. Recordó a los partidos de hace pocos meses en Segunda. En esos instantes quien falló fue De Lucas que desperdició dos claros mano a mano con Willy Caballero. Fueron veinte minutos espléndidos del Celta en el que arrollaron al Málaga, superado de punta a punta. Circulaba el balón con velocidad, siempre con sentido, sin pausa para impedir que se organizase un rival desconcertado. El partido estaba inclinado de forma evidente del lado del Celta que sin embargo no era capaz de aprovechar la ventaja que tenía en el campo para transmitirla al marcador. A Pellegrini le salvó el paso de los minutos ya que los vigueses se fueron cayendo poco a poco por la pesadez de las piernas algo que se hizo evidente en el caso de Augusto Fernández. El argentino demostró tener sentido del juego y calidad, pero aún no está en plenitud física. El Málaga metió gente fresca del banquillo y gracias a eso pudo coger aire. Herrera vaciló en exceso cuando el partido le pedía a Toni y Joan Tomás, hábiles para encontrar rendijas donde casi nadie las ve. Y en esas estaba cuando el Málaga se dio de bruces con un regalo en el área del Celta. Por casualidad o no Buenanotte y Fabrice, dos de los que entraron de refresco, le ganaron la tostada a la defensa viguesa en un balón perdido en el área para marcar el 0-1. Un castigo salvaje para un Celta que se fue de manera apasionada en busca del empate ya con Toni, Joan Tomás y Bermejo, repescado a última hora. Fue un espectáculo hermoso ver a un Celta desbocado creando ocasiones de todo tipo. Dos balones al palo y un remate imposible de fallar fue el colofón a un partido bien jugado al que solo le falló el resultado. Pero el Celta solo ha tardado un día en desmostrar que pertenece a esta categoría.