Era el momento más decisivo de la temporada. El Celta tenía una cuenta pendiente. Debía demostrar que sabía ganar a los rivales directos.

Los resultados en la primera vuelta ofrecieron dudas. Tocaba consumar la revancha. El conjunto vigués prolongó su buen momento ante Elche, Almería y Valladolid. Tres victorias en tres partidos en los que los discípulos de Paco Herrera realizaron un fútbol fantástico. El ascenso estaba más cerca.

El ritmo de la competición demostraba la importancia de esos encuentros ganados. Sobre todo el triunfo en Zorrilla. El tanto en el descuento de Joan Tomás daba el "goal average" al Celta y, por consecuencia, le permitía depender de sí mismo en el tramo final de la temporada.