Desmochado en ataque, el Celta fracasó en su intento de recobrar la segunda plaza en la media hora del partido aplazado con el Cartagena, que ayer se reanudó a puerta cerrada en Cartagonova sin noticias casi de los celestes. Falto de efectivos y ambición, el mermado grupo de Herrera a duras penas fue capaz de conservar el empate y tendrá que esperar otro resbalón del pujante Valladolid para recuperar la iniciativa y depender de sí mismo en un dramático sprint final de seis partidos.

Aunque, sobre el papel, el calendario es ligeramente favorable a los celestes, la media hora larga disputada en Cartagonova deja sensación de ocasión perdida. Y no tanto porque el Cartagena, cuyo talante distó mucho de ser el de un equipo desahuciado, fuese mejor sobre el césped, sino por el cicatero planteamiento de Herrera, el exceso de nervios, las prisas y la imprecisión en la circulación de la pelota con que los celestes se manejaron en el partido. Más que a ganar, el Celta jugó a no perder.

Por precaución, el preparador prefirió no forzar a Bermejo, que llegaba entre algodones, y renunció previamente a jugar la baza del canterano Jota, también tocado, para reforzar su desolado ataque. Y así, con lo puesto, Herrera apostó por Insa como enganche y un cuarteto atacante en el que la referencia en punta fue De Lucas y Toni y Joan Tomás ocuparon los flancos.

Las novedades estuvieron, sin embargo en el medio campo, donde Oubiña, todavía renqueante, acompañó a Bustos y, sobre todo, en la defensa con Catalá (para explotar mejor el juego aéreo) formando dupla con Túñez y Bellvís en el flanco izquierdo en lugar de Roberto Lago, sorprendentemente suplente.

Con estos escasos mimbres y más miedo a perder que voluntad de ganar, encaró el Celta la media hora escasa que le separaba de la segunda plaza. A los celestes les faltó precisión en la elaboración del juego y les sobraron nervios. Trató el equipo vigués de explotar el juego directo, pero careció de agresividad para robar la pelota y de velocidad y tino para armar la contra. De hecho, apenas si se plantó en un par de ocasiones en los dominios de Reina y solo en una ocasión puso a prueba los reflejos de portero albinegro con verdadero peligro.

En esta tesitura de partido y a pesar de no contar con el aliento de su público, al Cartagena se le vio bastante más cómodo. El equipo murciano gobernó la pelota y generó bastantes problemas al Celta por el flanco derecho gracias al empuje de Collantes y a la persistencia de Braulio, que se fajó en una porfiada batalla con los centrales célticos.

El artillero canario acarició la victoria para el Cartagena con un disparo a la madera que hizo temblar del poste después de una cabalgada de Collantes, que encontró una autopista por su banda y le sirvió templada la pelota al balcón del área. Los celestes, no obstante, cortejaron también el gol a seis minutos del final con un trallazo de Bellvís que Reina desvió a córner con una estirada formidable. Un punto, en suma, que sabe a poco y que obliga a cifrar todo a un tropiezo del rival.