Academia Octavio 21

Javi Díaz, Edu Moledo (1), Rafa Dasilva (1), Cacheda (4), Raúl Nantes (5), Cerqueira (3) y Cerillo (1) -equipo titular- Jabato, Vargas (1), Víctor Frade (1), Polakovic (3,1p), Fran González (1) y Macías.

Ademar León 30

Losert, Cabanas (2), Álvaro Ferrer, Carou, Andreu (3), Antonio García (7) y Borges (5) -equipo titular- Carlos Ruesga (2), Rafa Baena, Goñi (1), Dipanda (3,1p), Dalibor Cutura (4) y Stranovsky (3p)..

marcador cada cinco minutos: 3-3, 5-5, 6-8, 8-8, 9-10, 12-13 (descanso); 14-15, 16-18, 17-19, 17-23, 19-25 y 21-30. Árbitros: Excluyeron a Vargas (2) y Víctor Frade por parte del Academia Octavio, y a Dipanda, Goñi, Borges, Stranovsky y Andreu por parte del Reale Ademar León. Incidencias: 500 espectadores en As Travesas.

El Octavio perdonó al Ademar León. Le regaló la apariencia de un triunfo sencillo. Le ahorró esfuerzos en los últimos veinte minutos. Los leoneses se lo agradecen. La visita a Vigo les había cogido en el intermedio de los cuartos de final de la Liga de Campeones, con la final a cuatro a tiro. Salieron del vestuario, tras el descanso, preparados para sudar sangre. El gran Octavio de la primera vuelta había reaparecido. Hombres dispuestos a cazar leones. Por desgracia, se les encasquilló la escopeta.

El Ademar se ha convertido en la gran sensación continental. Batió al Fuchse alemán por 11 goles en el partido de ida de cuartos. Asombra con su juego, aunque suene a traca artificial de despedida. Los problemas financieros de la entidad provocarán la desbandada de sus mejores piezas al final de la campaña. Ademar quiere coronarse rey de Europa como fin de fiesta.

Al Central llegó para solventar un teórico trámite. El Octavio deambula en 2012. Purga sus muchas lesiones. Y es la recuperación de jugadores esenciales lo que alienta la esperanza de resurrección. Vargas vuelve a blindar el centro. Jabato, el penúltimo. Macías acompañó mientras su pectoral roto le dio permiso. La escuadra viguesa, plantada en 5.1, solo permitió 13 tantos de los efervescentes leoneses en el primer periodo.

A la rebelión se unió Nantes, precisamente cedido por el Ademar y con ganas de exhibir ese potencial que el Central ha disfrutado a cuentagotas. Fue el brazo armado rojillo.

Lo cierto es que el 12-13, aunque esperanzador, anunciaba el desastre posterior. Porque resultaba escaso para los merecimientos académicos. Habían vuelto los cruces dinámicos, el baile de la primera línea, la apertura del juego. Fallaba la culminación. El Ademar, ya consciente de que no podía sestear, se alimentó de los goles del imparable Antonio García, que resolvía al borde del pasivo, y del blindaje bajo palos que construyó Losert.

Había fallado goles sencillos el equipo local. Había desaprovechado varias exclusiones visitantes. Reincidió en sus pecados y el Ademar, esta vez, se lo hizo pagar. Un parcial de 0-5 (de 17-19 a 17-24) rompió el encuentro. Quique Domínguez abrió la defensa y los rivales se le colaron por las costuras. Los jugadores locales, inevitablemente, empezaron a reservar energías. Les aguarda el juicio definitivo del ejercicio, aquel que ha de inclinar la balanza hacia el Octavio extraordinario del otoño o el frágil que surgió del invierno, el impertinente de la primera mitad o el resignado de la segunda. En sus manos está.

Quique Domínguez // Entrenador del Octavio

"Cuando perdonas y perdonas, el rival lo aprovecha"

No se conforma Quique Domínguez con haber plantado cara al Ademar León. No le consuela que el equipo recuperase su mejor nivel de juego en algunos instantes. El preparador pontevedrés considera que el Octavio pudo haber prolongado hasta el final sus opciones de puntuar. La falta de efectividad en el lanzamiento es el problema que diagnostica: "Cuando perdonas y perdonas, lógicamente al final el otro equipo lo acaba aprovechando. Es lo que nos viene pasando. Fallamos demasiado solos delante del portero. En casi todos los partidos el portero rival es el mejor o uno de los mejores. Es uno de los lastres".

Aunque crítico con su escuadra, no se le escapan a Quique Domínguez los síntomas de recuperación, que será importante consolidar en los últimos cuatro encuentros de la temporada, en los que la permanencia estará sobre el tapete. "El equipo ha salido bien. Se ha pegado con el rival. Ha jugado durante mucho rato con criterio y buen balonmano. Pero esto consiste en meterlas y si no las metes, el rival sí lo hace y acabas perdiendo por nueve un partido que es imposible perder por nueve", señala, como frotándose los ojos si se le va la mirada hacia el electrónico del Central.

Sobre esa amplía diferencia, explica: "Cuando ellos se fueron en el marcador intentamos cambiar la defensa y con espacios jugaron más a placer. Su índice de acierto ha sido muy alto. Ahí se ha terminado de romper".

Se muestra igual de exigente con Nantes, el teórico lanzador de la plantilla, que ayer al fin mostró sus condiciones: "Necesitamos con más continuidad a Nantes. Ha hecho unos veinte primeros minutos muy buenos. En la segunda parte ya no ha estado a ese nivel ni mucho menos. Necesitamos que todo el mundo aporte sesenta minutos.