Lo consiguió con la cuarta de sus trece asistencias ante los Nuggets. Steve Nash ya es el quinto mejor pasador en la historia de la NBA. Ha desplazado de ese puesto a Oscar Robertson. Un adelantamiento con truco. Cuando "Big O" jugaba, solo se catalogaban como asistencias aquellas entregas en las que el receptor no botaba antes de la canasta. Cuestión que no altera la trascendencia de Nash. "Es uno de los mejores de todos los tiempos. Lo controla todo", constató Ricky Rubio tras medirse a él. El sol de los Suns conserva el brillo.

Nash deslumbra dentro y fuera de la cancha. Es un tipo con ángel y buen humor. Ejerce de actor en cortometrajes y anuncios. Se compromete con causas sociales desde una perspectiva liberal, de lo que en América se entiende como izquierda. Hijo y hermano de futbolista (él mismo apuntaba alto), se declara fan del Barça e incluso ha mantenido controversias con Mourinho ("podía haber jugado con diez porteros", dijo de aquel Inter que eliminó a los azulgranas; "no sabe nada de fútbol", le replicó el luso). Alejado de los gruesos egos de otros astros, transmite proximidad. Con Rubio ha sido generoso: "Su lesión perjudica a toda la liga". No le importa que lo nombren su sucesor. El catalán es el primero en ser consciente de lo precipitado de la comparación.

El canadiese, dos veces MVP (primer blanco que lo logró tras Larry Bird), ha sido el mejor base desde la retirada de Stockton. Que es precisamente el líder inalcanzable en ese escalafón. Ambos se parecen en el manejo cerebral del juego, imponiendo su visión a un físico en apariencia endeble. Aunque no debe despreciarse la fortaleza de alguien capaz de promediar 31,7 minutos por partido a los 38 años.

Nash apunta ahora en la carrera a Magic y Marc Jackson. No piensa retirarse. Ya ha anunciado que se proclamará agente libre este verano. A un ritmo de 800 asistencias en temporada regular, su sitio está en el podio. Kidd, otro viejo guerrero que aguanta, dispone de ventaja suficiente para retener la segunda plaza.

Pero la figura de Nash no debe condensarse exclusivamente en sus cifras, sino en su jerarquía e influencia. Es su mano la que ha mantenido a unos mediocres Suns en la pelea por el play off. Fue él quien convirtió en figura a Amar´e Stoudemire, al que el traspaso a los Knicks ha desnudado las carencias. Los Spurs interrumpieron varias veces su galopada hacia el título. Queda para los registros que aquella escuadra dirigida por D´Antoni pecaba de inconsistencia. Siendo así, la permisividad con la brutal defensa de Bowen resultó crucial.

Su futuro causa revuelo. Otra prueba de su relevancia. La liga estará pendiente de lo que suceda con un casi cuarentón. Promete: "Seguiré en activo y más en forma y entusiasta que nunca para disfrutar del deporte que amo". La cuestión es dónde. Ha ganado más de 120 millones de dólares desde que fue seleccionado como número 15 de draft en 1996. El aspecto económico tendrá un peso secundario en la decisión. Le gustaría retirarse en los Suns, donde ha jugado diez temporadas en dos etapas (96-98, 04-12; entre medias estuvo en Dallas). Pero solo seguirá en Phoenix si le aseguran un proyecto atractivo, lo que parece improbable. En esto quiere diferenciarse de Stockton, que se retiró con los dedos desnudos. LeBron lo reclama en Miami y él se deja querer: "Escucharía esa oferta".