Tanto nadar para morir en la orilla. El tópico, por trillado que parezca, refleja con exactitud lo sucedido ayer en el clásico de Balaídos, remedo del jugado en noviembre pasado en Riazor. De nuevo mordió el Celta el polvo en el último momento tras un descomunal esfuerzo para remontar un error tempranero, pero esta vez el desgaste fue mayor. Y también más duro el castigo.

Como ocurrió en Riazor, el Celta tuvo la pelota pero fue el Deportivo el que gobernó casi siempre el partido; el grupo de Herrera puso intensidad y toque, el Oltra rigor y eficacia. El oficio volvió a superar al talento.

Las secuelas del derbi están por descubrir. Mientras el Deportivo se aleja y avanza disparado y sin oposición hacia Primera, el Celta, sin tiempo apenas para encajar el golpe, debe enzarzarse con el Valladolid en un mano a mano final vertiginoso. La mala noticia es que, tras la derrota en el derbi, los pucelanos adelantan a los celestes en la tabla; la buena, que el conjunto de Herrera depende aún de sí mismo y tiene media hora (la que le resta por jugar en Cartagena) para mantener la iniciativa. Si no la pierde antes.

Entre negativo del derbi destacan los regalos defensivos (casi un suicidio frente a un rival como el Dépor) que el equipo de Herrera concedió en los dos primeros goles al inicio de cada tiempo y los problemas que el equipo evidenció para defender la última (y fatal) jugada de estrategia.

Pero hubo también cosas que rescatar. Y no pocas: la diligencia del equipo para vaciarse en el campo en busca de la remontada, la fluidez que en algunos momentos fue capaz de imprimir al juego, la actitud y mentalidad, en suma, mostradas por el Celta a lo largo de todo el partido. El equipo vigués fue fiel a sí mismo y nunca se rindió y esto invita al optimismo.

Yoel y La variante Joan Tomás

Sorprendió de partida Herrera con dos controvertidas decisiones: la titularidad de Yoel después de confirmar a Sergio y la suplencia de Mario Bermejo en beneficio de Joan Tomás. A posteriori, no fue una buena elección, pues el cancerbero no tuvo su mejor tarde y el media punta ofreció en cincuenta y un minutos un rendimiento sensiblemente inferior al que acostumbra a en diez, cuando sale como revulsivo desde el banquillo.

Tampoco los indiscutibles ayudaron: De Lucas estuvo desaparecido hasta el primer gol, Oubiña, muy desdibujado, falló más de la cuenta y Aspas, absorbido por Colotto, fue un manojo de nervios. Sólo Orellana, que lideró el juego ofensivo, y Álex López mantuvieron el tipo.

Regalos defensivos

Los errores defensivos pasaron ayer una elevada factura al Celta. A pesar de la advertencia del técnico de prestar atención en el juego por detrás de la pelota, el Deportivo se encontró con dos regalos al inicio de cada tiempo. A los tres minutos el equipo de Oltra ya mandaba en el marcador después de un fallo en cadena de la defensa celeste. Primero falla Oubiña, que no puede sujetar a Juan Domínguez y a continuación los centrales, mal situados.

El segundo gol es también un error claro. Los dos centrales van a por un mismo balón y dejan una autopista a Guardado, que roba la pelota y asiste a Lassad para que supere en el mano a mano a Yoel.

La defensa de la jugada de estrategia que decide el partido es también deficiente, pues el Deportivo marca en una falta en apariencia no demasiado peligrosa. Falta intensidad a la hora de atacar la pelota y da también la impresión de que el portero puede hacer más. No fue precisamente una gran tarde en el aspecto defensivo.

Altibajos

Aunque se apoderó de la pelota, al Celta le faltó claridad de ideas para hacer daño al Deportivo hasta que el gol que caza De Lucas lo mete en el partido. El equipo de Herrera tuvo veinte minutos muy buenos tras el gol de Riki, pero su fútbol se fue difuminando en imprecisiones a medida que se acercaba el descanso y acabó cediendo tras la reanudación la iniciativa al Deportivo que, liderado por un gran Valerón, marcó enseguida el segundo gol y puso contra las cuerdas al Celta. El tanto lo certificó Lassad, que había entrado para suplir al lesionado Riki, después de un perfecto servicio de Guardado que le dejó mano a mano con Yoel.

Remontada y caída

La decisión de Oltra de retirar al Valerón fue una bendición para el Celta, que sin el talentoso jugador canario sobre el césped recuperó el control del juego. Con el 0-2 Oltra reemplazó a Valerón por Borja Fernández, un medio centro defensivo, en un vano intento de cerrar el partido. Orellana, el mejor de los celestes, filtró un centro cogollo del área que De Lucas envió, con un excelente disparo cruzado, al fondo de la red. El Deportivo sintió el golpe, se arrugó y el Celta empató un cuarto de hora después en una acción a balón parado culminada por David Catalá que necesitó de tres remates.

Con Balaídos a punto de estallar de júbilo, parecía que los celestes podían incluso ganar el partido. Pero la factura por el esfuerzo fue demasiado elevada. El equipo llegó fundido a los minutos finales y cedió la derrota en una fatídica y postera jugada con la pelota detenida.