Un Celta desafinado y apático, mal organizado, irreconocible por momentos, se dejó ayer pisotear por Las Palmas, equipo desenfadado e intenso que frenó de un plumazo su racha triunfal. Al grupo de Herrera, que ofreció en el estadio Gran Canaria su peor versión en muchos meses, le faltó hambre y fútbol para sobrevivir a un partido que se anunciaba complicado y que Las Palmas, con un pequeño empujón del árbitro, convirtió en un infierno. Y eso que el equipo celeste estaba sobre aviso, sabía perfectamente cómo se las gastaba el equipo grancanario, de su peligro voracidad y talento. Incompresiblemente, le regaló el campo y la pelota en el primer tiempo y no tuvo capacidad de reacción y fortuna suficiente para darle la vuelta al partido cuando decidió que había que jugarlo. Dejó a su enemigo campar a sus anchas y al darle metros se disparó un tiro en la sien.

La derrota tenía llegar tarde o temprano y no debería dejar secuelas. El liderato está un poco más lejos y el Celta cede algo terreno pero mantiene todavía la iniciativa y ha presentado argumentos futbolísticos como para pensar que no volverá a caerse.

Los números y las sensaciones avalan al equipo de Herrera. Cualquiera puede tener un mal día. Y el del Celta fue ayer un día pésimo, pues cuando decidió entrar en el partido ya lo tenía perdido. Careció el equipo vigués de criterio y precisión en el medio campo, la zona en la que se activa Las Palmas, donde la sombra de Oubiña fue alargada y reinó David González. Con Bustos incrustado entre los centrales y Álex en todas las batallas, Las Palmas encontró terreno abonado para desarbolar al equipo celeste, que sufrió la primera cuchillada al cuarto de hora: Viera filtró un pase al lateral del área, Pigñol templó al cogollo del área y Javi Guerrero descerrajó el primer tiro a Sergio.

Un golpe mortal de necesidad de Las Palmas que poco antes ya había rondado el gol con un disparo de Viera que detuvo el de Catoira y que fue el preludio de un primer tiempo en que los celestes (De Lucas y Orellana especialmente) se dedicaron a la vida contemplativa y que rival, a pesar de no generar ocasiones diáfanas de gol, gobernó a su antojo.

No hubo en este periodo noticias del Celta, que recibió el segundo tanto en una macabra combinación de infortunio e incompetencia arbitral. Una supuesta pero inexistente falta de Roberto Lago (que por ende vio tarjeta) a Vitolo tuvo la culpa. El golpe franco lo botó Momo sin demasiado tino, con la desgracia de que la pelota pegó en la barrera, se desvió de su trayectoria inicial y despistó a Sergio. Un mazazo inesperado que encima llegaba en el descuento del primer tiempo. La reacción, tal como pintaba el partido, parecía improbable.

Tras la reanudación el Celta tuvo la decencia de meterse en el partido, pero le faltó convicción y fortuna para remontar. Después de muchos minutos de invisibilidad, De Lucas apareció de improviso en el área para enviar el balón a la madera. La defensa amarilla tardó en reaccionar y el céltico se encontró de pronto solo ante el portero tras un servicio en profundidad de Hugo Mallo. Las Palmas replicó con un disparo a bocajarro de Jonathan Viera que Sergio envió a córner con una parada imponente.

Las prestaciones celestes mejoraron con la entrada en el campo de David Rodríguez, que suplió a un alterado Aspas, y sobre todo de Toni, que entró por Mario Bermejo y cambió la cara al equipo. Rebasada la hora de juego Joan Tomás reemplazó al desaparecido Orellana. Fue entonces cuando el Celta reclamó la pelota y logró empujar a Las Palmas hacia su área. Pero los celestes despreciaron los costados, cargaron por el poblado centro de la defensa y Las Palmas no sólo contuvo los daños, sino conectó un par de peligrosas contras. Quiroga rondó el tercero en una preciosa jugada cosida entre Vitolo y Viera que el argentino dilapidó solo ante Sergio.

Pero el Celta no se rindió. Sin demasiada brillantez pero con empeño, buscó el conjunto de Herrera un gol que lo metiese en el partido. De Lucas lo cortejó cabeceando el balón a la madera, la segunda de la tarde, servido de nuevo por Mallo. Toni no atinó con el rechace pero no mucho después puso a prueba los reflejos de Barbosa con un buen remate desde el área chica en una de las pocas combinaciones de los celestes por banda. Un espejismo porque quedaban apenas cuatro minutos y en una contra fulgurante Vitolo hizo el tercero.

Con todo ya perdido, David Rodríguez acabó encontrando el camino de gol cabeceando en el segundo palo un templado centro de Quique de Lucas. Un alarde yermo que no mitiga el peso de una derrota que debe servir a los celestes de lección. Toda una cura de humildad.