Asaeteado por la crisis, como tantos equipos, el Club Vigo Voleibol resiste. Lo hace sobre el compromiso de su directiva. "Firmamos créditos personales y pólizas. Somos como hormiguitas porque las deudas hay que pagarlas", describe el presidente, Guillermo Touza. Se esfuerzan porque se sienten ligados de por vida a esa criatura que amamantan. Touza y tres dirigentes regresan de visita a Maristas. Recargan energías en el origen de su universo.

Junto a Touza, eterno presidente, camina Fernando Fuentes, también de primera hora. Jugó y entrenó en todas las categorías. Alcanzó de corto la División de Honor, igual que sus tres hermanos (los De la Fuente, la otra gran saga voleibolista, se quedó en tres representantes en la máxima categoría). Sigue trabajando con la base y ejerce de secretario. Jesús Penedo y Luis Santos, más jóvenes, igualmente han completado el ciclo, de la cancha a los despachos. Penedo es el tesorero. Santos aporta sus conocimientos de economista. "Nos orienta", dice Touza. Muy necesario en estos tiempos.

El mundo era o se recuerda más sencillo en 1969, año de fundación. El Hermano Miguel y Luis Miró, profesor de gimnasia que se decía entonces, pusieron en marcha el proyecto con Floriano Fernández, que después se pasaría al baloncesto femenino (Xerox), como jugador y entrenador. El equipo debutó en Segunda. En 1971 aterrizaría Guillermo, recién licenciado en educación física. Firmó un contrato de trabajo y se encontró con una herencia que gestiona desde entonces. "El voleibol no era mi debilidad", revela. "Había conocido este deporte en Madrid, mientras estudiaba la carrera. Miró me dijo: "Tú eres joven, tira del carro"".

El voleibol empezaba a florecer. Lalo Vázquez Gil, hoy cronista oficial de la ciudad, lo promovía en el Alba. En Maristas, el Hermano Miguel sacaba dinero de la cantina para afrontar los gastos del equipo, formado por alumnos de sexto de Bachillerato. Los captaba Touza aunque se le resistiesen. "A Fernando lo cogía de las orejas. Se me escapaba a jugar al fútbol". Durante un par de temporadas se mantuvo el nombre de El Pilar. Viajaban en tren. Dormían en las residencias que la congregación tenía repartidas por España. Nadie cobraba.

Nombres históricos

El cuarteto pisa el cemento de los patios reformados. Conservan en sus plantas la memoria de la tierra antigua, en la que se entrenaban. El club creció. Se desvinculó institucionalmente del colegio. Llegó el ascenso a División de Honor, en un tiempo protohistórico en el que competían con Real Madrid, Atlético de Madrid, Hispano-Francés, Universidad de Valladolid y Sevilla. Hoy, el Vigo presume de decano en la máxima categoría.

La senda ha sido larga, de altibajos. Normalmente ligados al patrocinio de turno. Tras Cortemans les tendió la mano Elías Alonso Riego, presidente del Celta. Un tipo al que no se ha hecho justicia, dicen los ancianos del celtismo. Gestionó el descenso a Segunda B hasta el regreso a Primera, muerte y resurrección. Empeñó su patrimonio en ello. Y aún aceptó ponerle al Vigo su M. Riego en la camiseta. "Fue la mejor época, junto a la de Larsa", concreta Touza. Elías metía al equipo en el autobús del Celta. Los dejaban en el punto más cercano al choque. Los recogían de vuelta. "Maté y Atilano lo saben".

Caixa Galicia, Foque, Conservas Miau... Los sponsors se han ido sucediendo como en los ojos del Guadiana, entre temporadas desiertas. Dependía del compromiso político. "Príncipe nos consiguió a Larsa". Años de gloria y Europa, con Coque de la Fuente, Bernaoui o Gaspar. "Con Chema Figueroa vino Miau; con Santi Domínguez, Valery Karpin". Uorsa cierra de momento la lista.

La experiencia de haber sobrevivido no les evita la angustia. Necesitan 60.000 euros para completar los 260.000 de un presupuesto ajustado al céntimo. "Hemos bajado los sueldos al mínimo. Pero los jugadores de fuera tienen que comer, están en pisos. Hay que pagar viajes, fichas, tránsfers. Son situaciones desagradables".

Lamenta Touza que la crisis pueda cercenar una etapa que percibe como nuevo amanecer. La plantilla, aunque corta, es de calidad. Han enrolado en la cantera a 300 chicos. Y han recuperado el conjunto de mujeres, como en el 73, cuando lo heredaron de la Sección Femenina y llegaron a tener en la elite a los dos sexos. "No le pedimos más dinero a las administraciones. Solo que levanten los teléfonos", concluyen.