Los alpinistas siempre recuerdan que lo más difícil de conquistar una montaña no es alcanzar la cima sino volver al campamento base. En los descensos es cuando se producen la mayoría de desgracias. Y esto es lo que le ha pasado al Celta en el mes de marzo. El equipo de Herrera finalizó febrero como líder, con cuatro puntos de diferencia sobre el tercero, tras vencer in extremis al Tenerife en Balaídos y derrotar al Nástic en Tarragona. Con el equipo en la cumbre se desbordó el celtismo, que dejó de lado la visita del Huesca para preparar el viaje a Alcorcón como si fuese un partido decisivo para el ascenso. Sin pegada y contundencia defensiva, el Celta desperdició una buena ocasión para confirmarse como máximo aspirante al ascenso en un momento en el que el Betis intentaba salir de una crisis de resultados y el Rayo Vallecano afrontaba la quiebra de las empresas de su accionista mayoritario.

Acierto rival

El entrenador del Huesca demostró cómo había que frenar a los de Herrera: presionarles en la salida del balón y provocar fallos en las entregas. En la primera jugada, el conjunto de Onésimo Sánchez batió a Falcón y los nervios y la ansiedad atenazaron a los célticos, que maquillaron la derrota con un gol en los últimos instantes de David Rodríguez. Intimidarles arriba o esperarles atrás fueron las medidas que adoptaron con éxito los rivales ante un equipo que perdía frescura. De ello tomaron buena nota los técnicos del Alcorcón, el Villarreal B, el Granada y el Recreativo de Huelva. Todos sacaron provecho de sus enfrentamientos con los gallegos.

Sin pegada

El tanto de David Rodríguez y el de Alex López ante el Granada son los dos únicos aciertos que el conjunto celeste tuvo en los últimos cinco encuentros. Un pobre balance para uno de los equipos que más contundencia había demostrado en el remate hasta entonces. Como ha quedado demostrado en las últimas jornadas, la punta de lanza formada por Trashorras, De Lucas y Rodríguez ha perdido pegada y cada vez son más escasas sus ocasiones de gol.

Fragilidad defensiva

Durante el nefasto mes de marzo que ha protagonizado el Celta también ha quedado en entredicho su sistema defensivo, que hasta entonces era el más fiable de la categoría. Suma ya seis jornadas consecutivas encajando goles. Es verdad que la zaga es la línea más castigada por las lesiones en las últimas semanas. Hugo Mallo espera en la enfermería a que los médicos decidan si le operan o no de los problemas que viene arrastrando de pubalgia; Ander Murillo volvió sin apenas tiempo de reposo tras una operación de menisco; y Vila sigue de baja por una rotura muscular. Ocho tantos encajó el cuadro vigués en cinco encuentros, cuando se había convertido en el menos goleado de la categoría.

Dudas en el banquillo

Los tropiezos también han afectado a la dirección deportiva, como ha reconocido Paco Herrera públicamente. Las dudas le han llevado a adoptar medidas que no han dado resultado, como la de reconvertir a Cristian Bustos en lateral derecho ante las bajas de Mallo y de Murillo, éste último por sanción. La reaparición de Oubiña desbordó las expectativas y, ante la abundancia de pivotes, Herrera decidió prescindir en la línea medular del jugador más regular para reubicarlo en el lateral. Tampoco ha sabido mover el banquillo para dar descanso a los tres de arriba. La plantilla está descompensada y faltan recambios de garantías en algunas posiciones, a pesar de que tanto el club como el entrenador renunciaron al mercado de invierno para reforzarla con algo de mayor calidad.