Derbi a vida o muerte en As Travesas. El Teucro reacciona y se aproxima en el marcador. Las gradas palpitan. En la hora del miedo, dos académicos resuelven: Fran González, con sus mil batallas a cuestas, y Pablo Cacheda, el diminuto genio dezano, recién sobrepasada la mayoría de edad. "En situaciones de tensión es cuando más cómodo se encuentra", valora el entrenador del Pilotes, Quique Domínguez. La joya de la cantera rompe el calendario establecido para su progresión. El asombro se convierte en costumbre.

El presidente del Octavio, Javier Rodríguez, supo lo que se avecinaba ya la pasada campaña. Cacheda apareció en la Asobal de forma dosificada. La angustiosa pelea por la permanencia, perdida a la postre, no aconsejaba otra cosa. Rodríguez, sin embargo, se quedó con "su talento y su desparpajo", exhibidos incluso ante el Ciudad Real. En aquel choque Sterbik le detuvo el primer lanzamiento. Encaró otra vez con la misma fe y batió al coloso. Con 18 años le arrancó al Central la primera ovación.

El proyecto de regreso a la Asobal contempló desde el inicio su inclusión plena en el primer equipo. La estructura de la plantilla, no obstante, lo protegían bajo el alón del gran Montávez. "Aunque siempre he tenido mucha confianza en Pablo, su papel debía ser más secundario", reconoce Quique. Las lesiones del catalán obligaron a modificar el discurso. El técnico, con todo, destaca: "Cacheda se lo ha ganado a pulso".

Al preparador le entusiasma sobre todo esa capacidad para gestionar las fases de estrés. "Le gusta la responsabilidad que provoca que otros se arruguen. Sorprende en alguien de su edad. Es una virtud valiosa. En ese aspecto, sólo puede crecer". Cerillo, uno de los capitanes, goleador y gerente del club, ha hablado de este aspecto con Domínguez. "Tiene una madurez en el juego impropia de sus años", destaca el extremo vigués de su compañero. "El puesto de central es el más complicado. Cuando Rubén ha estado lesionado ha cogido un protagonismo que hubiera podido resultar perjudicial a estas alturas si hubiese fallado. Pero no lo ha hecho. No le afecta la presión. Está subiendo peldaños de dos en dos, de tres en tres". Rodríguez redondea la metáfora: "Crece a pasos agitantados".

Ahora que se ha destapado le acecha el peligro del estrellato. Le llueven los elogios. Su nombre se menciona en el mercado. La Federación Gallega lo escogió como el mejor de 2010. Es fijo en la selección española sub 19, en una generación que incluye a otros talentos como a Alex Dujshebaev. "Un exceso de halagos podría confundirlo, pero no da la impresión", indica Quique Domínguez. Descarta ese peligro porque Pablo "está bien rodeado y cuenta con una buena educación".

En el Octavio agrada el entorno del muchacho. Hace un par de meses alcanzaron un acuerdo para prolongar la relación contractual hasta 2013, con opción a una temporada más. La directiva agradece que Cacheda haya decidido que su camino pase a medio plazo por residir en su ecosistema natural. "Se ve que está en su sitio y bien aconsejado por sus padres", sentencia Cerillo, ejerciendo de gerente. "Al club le gustaría que se quedase muchos años y que el equipo también pueda crecer al tiempo que él lo hace". Los Cacheda han inculcado a Pablo eso que Quique aprecia ("adora este deporte") y que es cosa genética: su hermana Cecilia descolla en el Porriño.

La ilusión también le llega a Cerillo desde su perspectiva de canterano. El desierto que Pablo Macías (33 años) y él (30) dejaban a su espalda ha concluido. "Los canteranos salen cuando salen. Está claro que nos dan un plus", considera Javier Rodríguez. Cacheda capitanea una camada que tiene a Nando como hermano mayor y a Chantada, Piñeiro o Gonzalo como próximos representantes. El Pilotes fue el gran proveedor de la selección gallega que se proclamó campeona cadete de España. "Son chicos que a partir del próximo año se irán incorporando al equipo", aventura Cerillo. "Macías y yo ya teníamos ganas de que alguien cogiese el testigo".

Cacheda asume las expectativas y sigue a paso firme. Aprende a vivir por su cuenta, alejado del Lalín familiar; se esfuerza en acabar el bachillerato (el presidente, profesor de oficio, le insiste); se aplica en el programa de hipertrofia muscular que busca endurecer su cuerpo. Lo más importante ya lo posee y Quique lo resume: "Pablo es listo".