El Frigoríficos del Morrazo echó mano de su garra para adjudicarse la victoria en el derbi de la Ría ante su vecino y líder de la División de Honor Plata, el Pilotes Posada. La escuadra de Pillo, en una auténtica exhibición de entrega, fue capaz de superar todas las adversidades para sumar dos puntos que le permiten soñar aún con el ascenso directo. O Gatañal continúa incólume para las visitas de un cuadro vigués que acumula ya catorce años sin ganar. Desde ayer será uno más.

El derbi respondió a los cánones clásicos de este tipo de encuentros. Lucha, nervios y emoción a raudales. Solo faltó la calidad, reservada a empresas de otro calibre. Los partidos de rivalidad se miden por el corazón. Y ayer el Cangas exhibió más corazón que el Pilotes. Llegaban muy tocados los locales a este duelo. A las ausencias ya conocidas de Fontán y Doder se unían los problemas lumbares de Eijo y Espino, que incluso hicieron temer por su presencia hasta el calentamiento. Pero ninguno de ellos quiso perderse este choque.

En los banquillos, Pillo y Quique Domínguez tenían su particular duelo de pizarras. El local abandonaba el habitual 6.0 para situar un 5.1 y Quique apostaba por un 6.0 atípico con Frade y Fran en el centro y Macías y Cerillo en los penúltimos. Pero fue la tensión la protagonista de los primeros minutos. Los errores eran constantes en uno y otro bando y era el Pilotes el que gozaba de mínimas ventajas ante un Frigoríficos que sobrevivía con un Santana espectacular y con Soliño definiendo al contragolpe.

Quique iniciaba las rotaciones en el primer cuarto y daba paso a su segunda unidad, con Montávez, Polakovic y Mikalauskas en primera línea. Tardó en darle resultado, pero su equipo logró su máxima renta (7-9, minuto 26) mientras el Cangas sufría una doble exclusión (Karleusa y Pillo). Los árbitros, que hasta entonces habían perjudicado al Cangas, decidían entonces unirse a la fiesta y compensar en un par de acciones. Al descanso, ventaja mínima visitante (9-10).

El ritmo se incrementó en la segunda mitad. El Pilotes volvía a intentar escaparse (11-13) y el Cangas, haciendo la goma lograba el empate. Las exclusiones consecutivas de Moledo y Frade parecían darle ventaja, pero el Pilotes encontró a su talismán Cerillo para mantener la igualdad (16-16). El Frigoríficos apretaba en defensa, O Gatañal rugía y los azules daban un pequeño estirón (20-18). Santana volvía a detener un par de balones y el choque se volcaba definitivamente del lado local. Soliño anotaba el 21-18 al contragolpe y Quique pedía tiempo muerto.

Los visitantes estaban dispuestos a vender cara su derrota. Un par de acciones defensivas les permitían apretar el electrónico (21-20) mientras Pillo se la jugaba con un 2-4 situando a Eijo y Karleusa simultáneamente en pista. La solución de emergencia para poder dosificar esfuerzos dio resultado. Eijo cazó dos balones y devolvía los tres goles de ventaja antes de ser excluido. Nando desperdiciaba dos balones, y en el último de ellos caía lesionado (sufre un corte en la cara y abandonó la cancha conmocionado).

El Frigoríficos supo aguantar la inferioridad. Espino armaba el brazo a pesar de que su espalda comenzaba a resentirse y sentenciaba. Pero aún hubo más. Con dos segundos por jugar y 26-24 en el marcador, Santana salió a interceptar un balón largo hacia Moledo e impactó con su compañero Espino, que a su vez golpeó al extremo cangués del Pilotes. Los colegiados, para poner punto y final a su recital de desaciertos sacaban la tarjeta roja al portero, que previsiblemente se perderá el próximo encuentro por sanción. Era el punto final de un derbi en el que el corazón del Cangas pudo más que la calidad de un Pilotes al que no le salió, ni mucho menos, su mejor encuentro.