“Es increíble la dedicación que tienen estos jugadores”, comenta emocionado David Monreal, el técnico del Iveco Universidade de Vigo. El catalán apela al compromiso como la principal razón para que Galicia cuente por primera vez con un equipo en la máxima categoría del rugby español.

El Universidade arrancaba este curso con muchas dudas. Antes de verano, el proyecto pendía de un hilo hasta que apareció el patrocinador Iveco, que fue un soplo de aire fresco para la directiva. La contratación de David Monreal y del “all black” Norman Maxwell alentaron a un grupo de jugadores que la pasada campaña peleaban por la permanencia. Alrededor de la figura del nuevo entrenador, los jugadores veían como la cosa iba en serio y realizaban auténticos sacrificios para dar el máximo al equipo.

“Tenemos gente que viene desde Ferrol o A Coruña tres o cuatro veces por semana con todo lo que eso supone”, destaca Monreal. Esas pequeñas cosas han servido para unir al grupo, que al ver el esfuerzo de los jugadores de fuera de Vigo, ha sabido valorarlo. El club programa los entrenamientos a las 20.30 horas, con una duración aproximada de dos horas, lo que provoca que muchos de los jugadores lleguen a sus casas alrededor de la 1 de la madrugada. Gente como Francisco Usero (Ferrol) o Carlos de Cabo o Juan Pablo Macedo (A Coruña) sufren en sus carnes esta situación.

“Es un esfuerzo casi inhumano. Está claro que refuerza el grupo. Los entrenadores y la gente de la ciudad valoramos mucho lo que hace esta gente, son casi dos horas de ida y otras tantas de vuelta, con mal tiempo muchas veces, es una dedicación increíble”, reflexiona.

Los partidos fuera del campo del CUVI son otro de los quebraderos de cabeza para el Iveco Universidade, que en la mayoría de los casos tienen que realizar viajes de autobús de entre 15 y 20 horas. Al tener jugadores repartidos por la comunidad, Benavente se convierte en el punto de reunión.

“Solemos salir en autobús de Vigo los sábados a las 7 u 8 de la mañana para quedar con los jugadores de fuera sobre las 11 en Benavente. Esto hizo que hiciésemos muchas amistades en el bar donde los recogemos”, comenta Monreal, que ve al rugby como algo más que un deporte, algo que forja amistades que duran toda la vida. Esto se palpa en la convivencia de los extranjeros de la plantilla, que han sabido adaptarse muy bien a Vigo.

“Bubba (Cameron Eyre), Riki Tutaki y Carlos Blanco comparten un piso con Diego, el entrenador-jugador del segundo equipo, están muy contentos los cuatro conviviendo. Por otro lado, en otro piso están el argentino Mariano Berlande, Óscar Ferreras (Barcelona) y Jon Iker Arraztoa (Pamplona), que están estudiando en la Universidad. Son como una pequeña familia, están haciendo amistades que durarán toda la vida”, afirma el técnico catalán.

Compaginar el trabajo

De los 25 integrantes de la plantilla viguesa, muy pocos se dedican únicamente al rugby. La gran mayoría de los jugadores tiene que compaginar su vida laboral o académica con el deporte, lo que provoca muchas situaciones rocambolescas, en la que los jugadores tienen que redoblar esfuerzos para poder atender a todo. Vicente Prieto y Gustavo Gainzarain ejemplifican perfectamente esta situación. El primero trabaja en los astilleros Vulcano mientras que el segundo compagina su labor en una fábrica con un trabajo nocturno como portero de discoteca.

“Probablemente el trabajo más duro sea el de Tito en el puerto o el de Gus. Ayer (por el domingo) estábamos en el autobús de celebración y él empezaba a trabajar a las siete de la mañana”, destaca el preparador.

El trabajo de Gustavo los fines de semana como portero de discoteca también provoca algunos cambios en la planificación de los viajes.

“Algunas veces tuvimos que salir un poquito más tarde para que le dé tiempo a subir al autobús. Su rendimiento en los partidos a domicilio bajaba un poco porque el cansacio acumulado hacía mella en él. Iba descansando en el autocar, luego en el hotel pero no es lo mismo. Es un esfuerzo inhumano, demuestra la pasión que tienen por jugar y el gran compromiso que hay”, dice Monreal.

El preparador catalán, uno de los artífices de la gesta del ascenso, sabe que nada hubiese sido posible sin la gente de la casa, ésa que lleva años dejándose la piel por los colores del equipo y que por fin han tenido su recompensa. La mezcla de esta gente con los buenos fichajes que fueron llegando desde las antípodas han resultado un cóctel perfecto para alcanzar la gloria.

“Mucha gente en el equipo tiene un potencial muy bueno. Me gustaría destacar a jugadores como Iñaki Román, que ha aportado mucha experiencia con una dedicación ejemplar; Gus, que tras dos años fuera del equipo ha vuelto y ha dado una estabilidad tremenda; Mera, que se ha sabido adaptar muy bien al juego que hemos planteado y no me puedo olvidar de Chema (el capitán), que ha hecho un trabajo magnífico, al que todos respetan mucho”, reflexiona.

El plus llegó con la gente de fuera, necesarios para dar el salto cualititativo.

“Técnicamente tienen un gran nivel, el resto de los jugadores ven que hacen las cosas bien y quieren hacerlo igual, eso nos hizo mejores”, añade.

De esta mezcla, salió la fórmula perfecta, que ha permitido a estos hombres inscribir su nombre entre los más grandes.