No concluye la carrera de Yago pero sí su vagabundeo. El central ex céltico cerrará en el Coruxo una carrera variopinta, en la que ha conocido lo sublime y el espanto. Ha firmado por dos temporadas con el club verde, que afronta la primera campaña de su historia en Segunda División B. "Siento la mayor ilusión del mundo", valora. Después ya será sólo un ciudadano, vigués para siempre.

Yago Yao Alonso-Fueyo Sako tiene el mestizaje en sus apellidos y en su piel. Viaja desde antes de nacer. De abuela guineana y cuna en Costa de Marfil, se crió entre Madrid y Asturias, de la que retiene el acento. El oficio de futbolista lo llevó a mil mudanzas: Vigo desde 2001, con cesiones en Oviedo, Huelva y Gijón, y tras el Celta, a partir de 2007, a Cádiz, Valencia, Salónica... Pero al final hasta él se ha cansado de hacer las maletas. "Tuve una mala experiencia con el Aris. O me salía algo en Inglaterra o volvía a Vigo. No contemplaba más opciones". Su mujer, viguesa, se reincorporaba a su trabajo en Caixanova. Había llegado el momento de asentar a sus dos hijos. El Coruxo apareció de forma propicia: "Me hablaron de su proyecto y me gustó".

El presidente del club, Gustavo Falque, empezó a seducirlo hace un mes. "Fueron los primeros contactos, cuando supimos que quería quedarse en Vigo, y el pasado jueves llegamos a un acuerdo. Es un fichaje que me ilusiona", afirma el dirigente.

No es el primer ex céltico al que cobija Falque. Giovanella concluyó sus días con la camiseta verde, en Tercera. Gustavo López y Karpin se entrenaron con el equipo, aunque al final no se viesen con el cuerpo para las batallas del fútbol humilde. "Con Gustavo hay una excelente relación. Nos une el fútbol y otras cosas. Giovanella es más que un amigo, lo es todo como persona. Para nosotros es un orgullo aprovechar a gente que ha pasado por el principal equipo de la ciudad", explica Falque aunque matiza: "Son casos diferentes. Yago es más joven y creo que nos aportará muchas cosas tanto en el campo como en el vestuario".

El defensa cumplirá 31 años el próximo 19 de agosto. Ha vivido, sin embargo, varias existencias en una. "En el fútbol he tenido momentos muy buenos, buenos, malos y malísimos, de todas las escalas. Estoy curtido en muchas batallas. Tengo para escribir un libro", resume. Su etapa céltica lo compendia todo: el ida y vuelta de los préstamos, el banquillo, el duro camino hacia la titularidad y la grave lesión en el tendón rotuliano cuando más disfrutaba de ella. Pero jamás se le agrió el carácter ni se empañó esa dulzura que le granjeó el cariño de la grada. Incluso se resitió a la amargura en el Montañeros herculino, en el que estuvo durante los últimos meses de la pasada campaña. "Lo pasé mal", reconoce. "Era una cuestión mental, de falta de motivación". En el Coruxo, por contra, será diferente pese a que es la misma categoría: "Estoy convencido de que volveré a disfrutar del fútbol, con humildad".

Lo mejor será sentirse en casa. Podía decirlo de Abiyán, Madrid o Gijón. Podría decirlo de mil sitios pero lo dice de Vigo, donde "mi familia al fin podrá tener estabilidad". Yago Yao, cosmopolita por genes, quieren reposar: "Es lo que necesitaba".