"Todo o nada", le planteó el seleccionador nacional de pruebas combinadas, José Luis Martínez, a David Gómez. El decatleta acababa de revelarle sus planes de futuro. Gómez, insatisfecho con ciertos aspectos de su plan de trabajo en Madrid, apostaba por una fórmula mixta: realizar la preparación invernal, eminentemente física, en Vigo y la veraniega, más técnica, con él en la Residencia Blume. A Martínez no le gustó la idea. "Todo o nada", contestó el entrenador y es no conocer al olímpico gallego. "Pues nada", le replicó. Ayer deshacía las maletas en O Rosal, donde descansará unos días.

David Gómez, en consecuencia, vuelve al trabajo en las pistas de Balaídos, su hogar de 1998 hasta 2008. Ese año, en septiembre, a su regreso de los Juegos de Pekín, tomó una decisión crucial: mudarse a la Residencia Blume. Desde joven lo habían tentado con esta opción y la había rechazado. Se sentía cómodo en su hábitat, a gusto en la familia del Celta a pesar de las carencias materiales. Pero en Pekín maduró bien la idea. Sintió que necesitaba un cambio, algo que reactivase esa carrera que sólo florece en año olímpico. La aventura, sin embargo, se le ha torcido.

Ha pesado su estado físico, claro. Gómez se lesionó en el Campeonato de España de 2008. Un último lanzamiento de jabalina aciago. Corrió cojo el 1.500. Por furia y voluntad se sacó el billete a la capital china. El éxito se cobró la factura en su tendón de aquiles. Compitió lesionado en el Nido de Pájaro y en estos dos años no se ha sacado las molestias de encima. Al final ha tenido que operarse de ambos talones y aún toma antibióticos por la infección de unos puntos de sutura.

"Pero no ha sido eso", analiza. Al fin y al cabo ha aprendido a convivir con el dolor. Encadena problemas desde 2000. La decepción en Madrid es otra: "No encontré lo que buscaba".

En la Blume Gómez se incorporó al grupo que dirige José Luis Martínez y no han acabado de sintonizar. "El sistema no es el que me conviene", explica el céltico. "Iba con otras aspiraciones, aunque ha sido una experiencia más. He aprendido muchas cosas que desconocía".

Está convencido de que ha tomado la decisión correcta aunque aún tiene que atar varios asuntos. Suso Lence se ocupará de su preparación física. Pero no volverá a ponerse en manos de Antonio Fernández, su entrenador de siempre: "La parte técnica aún la tengo que resolver". Y está su eterna batalla, aquella por la que avanza a pecho descubierto contra políticos y responsables federativos. "Entré en el gimnasio de Balaídos y me dio rabia. Salí enseguida. No haré pesas allí". Las pistas municipales siguen como las dejó, en situación tercermundista.

Confía en superar todos los obstáculos, incluso el posible rencor por su abandono de Martínez, que controla la selección nacional de pruebas combinadas. "No creo que haya problemas. Es normal que la gente venga y vaya", anticipa Gómez. "En todo caso la ventaja del atletismo es la marca. No dependes de caerle simpático a nadie". Y él sabe qué aliado desea: superar sus 7.940 puntos de registro personal, que datan de 2004, y alcanzar la cifra mágica: 8.000 puntos, cimentados en casa.