José Luis Mendilibar es el entrenador con el que sueña el presidente del Celta, Carlos Mouriño. La renovación de Eusebio depende en buena medida de si el técnico vasco se pone a tiro. Es una pieza codiciada en el mercado, difícilmente asequible. Más allá de su nombre, lo que subyace es el nuevo giro que la directiva pretende imprimir a su política. Mendilibar y Eusebio representan modelos futbolísticos distintos en estilo y gestión. De hecho, las opciones de continuidad de Eusebio pasan por su reconversión; que pueda ofrecer en cierto modo lo que su colega. Simplificando, el resultado recupera su absoluta prioridad sobre cualquier otro aspecto deportivo.

Las declaraciones de Mourinho sobre Eusebio el miércoles no pudieron ser más tibias. Es el mejor colocado para el proyecto 2010-2011 "porque está en el club". Su renovación, una vez se asegure la permanencia de forma matemática, dependerá de una conversación en la que el presidente quiere conocer "cuales son las aspiraciones" del pucelano para el año que viene. "Para nosotros el objetivo tiene que ser diferente del de este año y queremos saber si el entrenador lo asume", añade.

Mouriño aclara aspectos en frases huecas a simple vista. Insinúa en lo que dice y lo que calla, en el interlineado. Él es el gran valedor de Eusebio. Pesos pesados del consejo se posicionan contra el entrenador. El divorcio entre Eusebio y el director general tiene difícil cicatrización. Sin Mouriño, el vallisoletano está desnudo ante sus detractores. Con él, está blindado aunque el jerarca asegure que "muchos deben dar su opinión". La darán, pero sólo la suya cuenta. Y Mouriño, que llegó a ofrecerle varios años de contrato, que aseguró que Eusebio sería "difícil de retener" por sus muchos pretendientes, limita ahora su ventaja en la carrera a que es el que ya está en el club. Una argumento poco romántico.

Porque además es el Celta, el mismo club de hace doce meses, pero con una hoja de ruta bien diferente. Ya no se habla de serenidad ni se recuerda que el plan de viabilidad contempla incluso diez años consecutivos en Segunda. No se pone el acento en el crecimiento de la cantera. El cómo ya no vale tanto como el qué. La única palabra que la directiva quiere pronunciar es "ascenso". Lograrlo o pelearlo al menos hasta el final. Mouriño duda de si Eusebio es el adecuado para afrontar esa cruenta pelea. El de La Seca sí lo cree.

El presidente, tan amante de lo azulgrana, se traslada al plano merengue. Afronta el mismo dilema que Florentino Pérez, en versión pobre. Los discursos de paciencia y crecimiento sosegado no han resistido a la deficiente campaña. Curiosamente, la afición céltica y la plantilla sí parecen dispuestas a respaldar a Eusebio, según foros, encuestas y declaraciones, como lo estaba la familia madridista con Pellegrini. En las gradas y el vestuario se respira un mayor sosiego que en el palco.

Carlos Mouriño y su gente, en sustancia, están dispuestos a estirar al máximo las posibilidades financieras del Celta este verano para apuntalar la plantilla, especialmente en la zona de ataque. Se comprará gol, que es lo más caro en el mercado, con el regreso a Primera en el horizonte. Y para esa exigencia piensan en un entrenador más curtido que Eusebio: José Luis Mendilibar.

El vasco es una vieja aspiración celeste. El club ha coqueteado con él durante años, pero ha llegado tarde o ambas partes no eran capaces de conjugar sus agendas. Félix Carnero ya lo quiso fichar cuando el primer descenso del siglo XXI. Fue Horacio Gómez el que se decantó por Fernando Vázquez. Mouriño era entonces consejero y tomó nota del gusto del entonces director deportivo. Mendilibar era su preferido antes de echarse en manos de Stoichkov. Pero el Valladolid ya iba camino de Primera. En Pucela ha estado el vizcaíno hasta su destitución en febrero.

La gran virtud de Mendilibar es precisamente su capacidad para armar equipos sólidos en Segunda. Bordeó el milagro con el Eibar y con el Valladolid batió récords. En Primera no ha logrado consolidarse. El cuadro albivioleta, antes del fracaso de este año, se salvó dos veces en la última jornada.

Por Mendilibar suspira el Tenerife. Y es posible que tenga ofertas de Primera División. Será difícil que venga a Balaídos. Importa sobre todo el hecho de que se exija ese perfil al timón. Eusebio es un técnico joven, en crecimiento, que basa su juego en la posesión del balón, el maduro y consolidado Mendilibar incide en la presión; el castellano se arriesga con la cantera, el vasco la respeta pero destaca más por cómo exprime a los profesionales de perfil bajo. Los síntomas no son positivos para Eusebio, condenado a un examen extraño tras más de 60 partidos al frente del Celta y con un credo futbolístico al que será fiel.