El protagonista de la primera final de la Copa inglesa disputada en Wembley fue un caballo llamado "Billie". Pasó a la historia porque sin su participación difícilmente se hubiese podido jugar el encuentro entre el Bolton y el West Ham, el primero que generó un verdadero problema de orden público y que obligó a las autoridades británicas a establecer medidas de seguridad para los grandes partidos de fútbol.

Nadie podía imaginarse lo que aquella tarde de 1923 iba a suceder en Wembley en el primer encuentro oficial que acogía el impresionante estadio. Las autoridades de la Federación Inglesa estaban algo inquietas porque temían que el partido que enfrentaba a un equipo de la First División (Bolton) contra uno de la Second (West Ham) pudiese suponer un verdadero fracaso por la escasa afluencia de aficionados. Las tres finales anteriores jugadas en Stamford Bridge (estadio del Chelsea) no habían llenado el recinto y Wembley, con sus más de 125.000 localidades, parecía un reto inabordable en aquel tiempo. Por ese motivo, las autoridades pusieron en marcha una intensa campaña de promoción del encuentro para animar a los aficionados a acercarse a un estadio cuya inauguración estaba prevista para 1924, pero que se adelantó porque la rapidez con las que se finalizaron las obras. A medida que se acercaba el partido se fue animando el ambiente. Se supo que 5.000 seguidores del Boton acompañarían al equipo y que el hecho de que el West Ham fuese un equipo londinense podría provocar un movimiento masivo de seguidores de la capital inglesa.

Tres horas y media antes del choque (previsto para las tres de la tarde) se abrieron las puertas y el público fue llenando las gradas con cierta tranquilidad. Durante más de hora y media no pararon de entrar seguidores mientras de las estaciones de tren seguían apareciendo hinchas. A las 13:45 la Policía decidió cerrar las puertas e impedir el acceso a más seguidores. Al tiempo empezaron a lanzarse mensajes en las estaciones para que la gente descartase acudir a Wembley. Fue inútil. La muchedumbre se agolpó en el exterior del recinto y, finalmente, la impaciencia provocó que derribasen las puertas de Wembley y entrasen de forma incontrolada. El público se concentró sobre todo en los graderíos más bajos hasta que una hora antes del encuentro comenzó a llenar el campo de juego hasta cubrirlo casi por completo. La Policía se sentía completamente desbordada mientras el Rey Jorge asistía en el palco al espectáculo sin salir de su asombro, como los directivos de la Federación que unos días antes temían que el estadio no se llenase. Se calcula que más de 240.000 personas se reunieron en el recinto aunque algunas informaciones elevaron la cifra a los 300.000. Entonces apareció en escena "Billie" que montaba el policía George Scorey que fue uno de los que recibieron la llamada de emergencia. Scorey condujo al caballo hasta el centro del campo atravesando la marea humana que lo llenaba todo. Nadie encuentra una explicación a la que sucedió a continuación. Scorey comenzó dar vueltas con "Billie" poco a poco, sobre sí mismo. La gente se fue retirando a medida que aumentaba el radio de los giros del caballo. Se fue abriendo el espacio, el público retrocedió, se fue acomodando en el graderío y miles de ellos se quedaron pegados a las línea del terreno de juego. Con más de una hora de retraso se pudo jugar el partido y el Bolton se llevó el título tras imponerse por 2-0 en un encuentro en el que hubo múltiples interrupciones porque el público entraba continuamente en el campo.

Casi mil personas fueron atendidas por heridas leves y sólo 22 pasaron por el hospital. La Cámara de los Comunes debatió durante días sobre la necesidad de establecer medidas de seguridad especiales en los partidos de fútbol. Se cambiaron muchas cosas entre ellas la necesidad de vender las entradas con anterioridad en los grandes partidos. El ministro de Interior pidió un reconocimiento público para el policía, el caballo y el comportamiento cívico del público. A Scorey le regalaron entradas para futuras finales de la Copa, pero las rechazó porque no le gustaba el fútbol. Hace cinco años se hizo una encuesta para darle nombre a un pequeño puente que hay cerca del nuevo Wembley. Ganó el "Puente del Caballo Blanco". Se impuso a Hurst, el hombre que marcó el gol que dio a Inglaterra su único Mundial.