Eusebio Sacristán, el entrenador más longevo de la era Mouriño, cumple hoy un año al frente del banquillo del Celta. Trescientos sesenta y cinco días substanciados en 50 partidos (42 de Liga y 8 de Copa) que arrojan más sombras que luces. Fracasa, y de lleno, en lo esencial, los números, tan pobres que habrían devorado al cualquier otro, pero que, sorprendentemente, ha logrado compensar con una atractiva propuesta futbolística y una efectiva apuesta por la cantera.

Las sensaciones y la osadía de apostar por propio pesan, de momento, más que el rendimiento. El Celta opina que Eusebio es el técnico ideal para un proyecto a largo plazo y negocia su renovación a pesar de que el equipo lleva seis meses sobre el alambre y la errática trayectoria del equipo en la Liga augura otro dramático final de temporada.

Números rojos

El Celta no ha conocido buenos tiempos con Eusebio, cuyos registros están entre los peores de la historia del club. Desembarcó en Vigo hace un año para suplir a Pepe Murcia quien, divorciado del vestuario, había conducido al equipo a una espiral negativa que amenazaba con perpetuarse. Tras un par de años de sólido aprendizaje como segundo de Frank Rijkaard en el Barcelona, el vallisoletano se estrenó en el club vigués como primer técnico con la misión de limitar daños y concluir la temporada sin demasiados apuros.

Pero no tuvo éxito. Dirigió al equipo en dieciséis partidos y obtuvo apenas dos victorias y nueve empates en un peligroso coqueteo con el descenso. El club disculpó sin embargo los malos resultados alegando que no había podido dirigir su propio proyecto y que, en el momento de hacerse cargo del equipo, se había encontrado con un vestuario en proceso de descomposición. Borrón y cuenta nueva.

Se construyó un nuevo proyecto, con nuevos fichajes y mayor peso de la cantera, que tampoco han proporcionado los réditos apetecidos. El saldo es concluyente: seis victorias y once empates en veintiséis partidos que mantenido anclado al equipo cerca de la zona de peligro.

En cifras globales, Eusebio tan sólo ha logrado ocho victorias en cuarenta y dos partidos, es decir que, no ha llegado a ganar uno de cada cinco partidos. Los empates, en cambio, son numerosos. Nada menos que 20.

Este curso ha logrado 29 puntos sobre 78 posibles, esto es, poco más de una tercera parte de los que se pusieron en juego.

La ausencia de réditos tuvo al técnico al borde del despido a mediados de diciembre pasado, hasta el punto de que Celta tenía casi a punto un acuerdo con Juan Manuel Lillo para que se hiciese cargo del equipo. Salvó los muebles gracias a un doble triunfo ante Girona y Elche. Fue la primera y única vez que consiguió enlazar dos victorias.

Diez debutantes de casa

La receptividad hacia la cantera ha sido el principal aval de Eusebio. No le ha dolido en prendas tomar riesgos y ha mostrado un buen ojo clínico como descubridor de nuevos talentos. Ha dado continuidad a tipos como Jordi, con el que el club acaba de hacer un excelente negocio, dado la alternativa a jugadores de gran peso específico en el actual plantel, como Iago Aspas, Andrés Túñez o Joselu, y ha descubierto jóvenes valores como Hugo Mallo o Toni.

Hasta diez jugadores de la casa han debutado con Eusebio: Aspas y Candela el pasado curso y Joselu, Hugo Mallo, Toni y Túñez, el presente. A ellos se añaden Yoel, Víctor Oriol y Mateo, que se estrenado en la Copa.

Brillante papel en la Copa

El gran papel desempeñado por el Celta en la Copa del Rey ha eclipsado en buena medida el pobre rendimiento del equipo en la Liga. El Celta alcanzó los cuartos de final tras doblegar primero al Real Unión y al Girona y dejar posteriormente en la cuneta, con un fútbol de alto nivel, al Tenerife y al Villarreal. Lo tumbó el Atlético de Madrid, al que conjunto vigués dejó con vida en el Vicente Calderón en un formidable encuentro, el mejor de la temporada. La aventura, infelizmente, acabó en Balaídos, con un solitario gol de Forlán.

La Copa del Rey permitió a Eusebio comprobar que tenía un interesante fondo de armario y gestionar el posible descontento al conceder minutos a los menos habituales sin que se viese mermado el rendimiento del equipo. Pero le generó, tras la eliminación, el problema de tener demasiados futbolistas donde elegir en un momento en que se hacía necesario dar continuidad a un once en la Liga.

Fidelidad a un sistema

Desde su desembarco en el Celta, Eusebio Sacristán se ha mantenido tozudamente fiel al 4-3-3, el sistema que mamó durante años en el Barcelona. Tan sólo se ha apartado de este esquema un par de ocasiones. El pasado curso jugó durante un par de partidos con tres centrales y esta temporada, en Huelva, utilizó en el primer tiempo un 4-2-3-1.

La fidelidad a un esquema fijo le ha generado no pocas críticas.Con frecuencia se ha cuestionado la idoneidad del dibujo para una categoría en la que impera tanto el físico y el juego directo como en la Segunda División y a menudo se le ha reprochado también la prevalencia del sistema sobre los jugadores. Se echa de menos, igualmente, variedad de recursos tácticos de un partido a otro o en función de las necesidades del equipo en un mismo partido.