La familia Gudelj fue la artífice del fichaje de Dimitrios Papadopoulos por el Celta. El relaciones públicas del equipo vigués se encontraba de vacaciones en su país cuando recibió una llamada del Celta explicándole que intentase contactar con el futbolista heleno porque en Vigo se habían enterado de que tenía problemas en el Dinamo de Zagreb a raíz de que el club croata fue adquirido por un militar y sus dos hermanos.

Gudelj tuvo que pedir la colaboración de su esposa para comunicarse en inglés con Papadopoulos, al que convencieron de la calidad de vida y el hermoso paisaje que se encontraría en Vigo si algún día decidía mudarse a esta ciudad. Es más, la familia Gudelj le arrancó al heleno un compromiso verbal de fichar por el Celta si lograba romper el contrato de dos años y medio que le restaba con el club de Zagreb que dirigía de manera despótica su nuevo propietario.

Papadopoulos cumplió su palabra y cuando vio la puerta abierta para emigrar a Galicia llamó a los Gudelj para anunciarles que estaba dispuesto a negociar con el Celta. Se confirmaba una hipótesis que en Praza de España se consideraba inalcanzable debido a que otros clubes europeos, como el Eintracht de Frankfurt y el AEK de Atenas tentaban a un futbolista cotizado y con un historial importante.

El conjunto vigués concertó una cita con el internacional heleno la semana pasada en Madrid, donde pasó reconocimiento médico y aceptó unas condiciones económicas que rondan los 200.000 euros anuales de ficha. En este acuerdo se incluye una cláusula en la que el jugador quedará libre si entre el 20 y el 30 de junio próximo recibe la oferta de otro club. En este caso, el Celta recibiría como compensación 400.000 euros. Superado ese plazo, su contrato se prolongaría hasta junio de 2013. Su cláusula de rescisión, entonces, pasaría a los 8 millones de euros. Ayer, cuando aterrizó en Vigo, Papadopoulos se encontró un día gris y lluvioso, muy diferente a las soleadas tierras de las que le hablaron los Gudelj.