De Streltsov se decía que era un adelantado a su tiempo. Jugaba de delantero, pero destacaba por cuestiones que a finales de los cincuenta no se estilaban. Su poderoso tren inferior, la imaginación y su calidad le hacían un tipo diferente. Su llegada al campeonato ruso con apenas diecisiete años había supuesto un terremoto y una bendición para la selección rusa en la que compartía protagonismo con Yashin "La araña negra" e Igor Netto, las principales figuras de aquel conjunto. El origen de Streltsov era humilde. Desde niño trabajó en la misma fábrica que su madre y allí, en el equipo de los trabajadores, comenzó su carrera. Un día disputaron un amistoso contra el filial del Torpedo de Moscú y su entrenador quedó prendado de aquel rubio que les había vuelto locos y le ficharon. A partir de ese instante su carrera fue meteórica. Con diecisiete años anotó 15 goles en la Primera División y en su primera convocatoria con la selección marcó tres goles en la victoria (6-0) ante Suecia. Era una máquina imparable que lideró a su equipo en los Juegos Olímpicos de Melbourne a la medalla de oro aunque no pudo jugar la final por una curiosa teoría de su técnico que sólo alineaba en la delantera a compañeros de equipo. Ivanov, el otro punta del Torpedo, estaba lesionado y eso impidió a Streltsov jugar la final. Pero su actuación fue inolvidable y Rusia aparecía como una de las aspirantes a ganar el Mundial de Suecia en 1958.

Pero al sistema soviético no acababa de gustarle que Streltsov vistiese la camiseta del Torpedo de Moscú, el equipo de la capital que representaba al sector del automóvil. Le instaron a unirse al Spartak (representativo del ejército rojo) o al Dynamo (el conjunto de la KGB), pero se negó. Incluso el propio Yashin trató sin éxito de persuadirle. La lealtad al equipo que le había sacado de la miseria en unos años complicados parecía estar por encima de todos los ofrecimientos gubernamentales. Comenzaba a ser un problema para las autoridades que vieron en él, en su descaro, incluso en su corte de pelo, en su estilo chulesco, una mala influencia para los jóvenes rusos que cada vez en mayor número querían parecerse a aquel futbolista. Para mayor desgracia, Streltsov acabó con la paciencia del régimen ruso cuando se atrevió a rechazar como esposa a la hija de Ekaterina Furtseva, la primera mujer que accedió al Politburó, muy próxima a Nikita Khrushev. En una fiesta Furtseva escuchó al futbolista mofarse de la joven al decir que prefería que le ahorcasen antes que casarse con una mujer como aquella. Su vida ya no sería la misma a partir de ese instante.

La violación de una joven llamada Marina Lebedeva fue la oportunidad que sus enemigos encontraron para hundir su carrera y su vida. Streltsov había sido invitado a una fiesta después de un partido con la selección rusa y entre las jóvenes asistentes estaba Lebedeva. Al jugador le acusaron de la violación y a dos compañeros de presenciar el suceso sin evitarlo. Streltsov negó todo, pero fue detenido ante la incredulidad general. Su propio seleccionador trató de echarle una mano, pero desistió en el momento que escuchó que la orden "venía de arriba". Los trabajadores de la fábrica Zil, vinculada al Torpedo, realizaron alguna protesta por lo que consideraban una injusticia, pero no sirvió de nada. Al cabo de unos días se hizo correr la voz de que Streltsov había confesado. Según parece las autoridades le habían prometido, si lo hacía, una condena corta y la posibilidad de jugar el Mundial de Suecia en 1958, el que coronaría al Pele de diecisiete años.

Nada de eso sucedió. La pena fue de doce años de confinamiento en un gulag y la imposibilidad de volver a vestir la camiseta de la selección rusa. En Siberia Streltsov desperdició sus mejores siete años de carrera y los primeros de su hija, nacida poco después de la detención. Cuando regresó tenía 29 años, pero estaba muy mermado físicamente. Quedaba su calidad, esa condición que no se aprende, con la que se nace. El Torpedo, ejemplar en todo este proceso, le volvió a abrir las puertas de su equipo y él les correspondió con un título de Liga en 1965, uno de Copa en 1968 y un par de trofeos de máximo goleador. Ya nunca se separaría del equipo moscovita en el que trabajó como técnico de las categorías inferiores o en la asociación de veteranos hasta que a finales de los ochenta se le detectase un cáncer de gargante, posiblemente consecuencia de sus años en el gulag. En todo ese tiempo no había abierto la boca sobre lo que sucedió en 1958 en aquella dacha y lo que vino después. En el lecho de muerte juró a su mujer que jamás había hecho nada, que todo había sido una manipulación del sistema y que la amenaza de matarle a él y a toda su familia le impedía hablar.

Streltsov murió el 22 de julio de 1990 y desde entonces en Rusia ha habido una campaña por limpiar su nombre y borrar para siempre el expediente en el que figura como autor de la violación de Marina Lebedeva. Hace poco el estadio del Torpedo recibió el nombre de Eduard Streltsov y se ha construido una estatua en su honor. En la memoria de los grandes aficionados rusos la figura de este centrocampista ha permanecido viva. Aún ahora cuando alguien golpea el balón con el tacón en los estadios rusos hay alguien que exclama con entusiasmo "Streltsov".