Un semana le ha durado el liderato al Real Madrid. Su eterno rival, el Barcelona, se lo arrebató en el Camp Nou gracias a un golazo de Zlatan Ibrahimovic al inicio de la segunda mitad, en uno de los clásicos más igualados de los últimos años. El Barça tuvo que pelear la victoria hasta el último suspiro. Primero, enfrentándose a un oponente que incomodó mucho su juego, sobre todo en el primer tiempo. Y después, sobreponiéndose a la adversidad de jugar con un hombre menos durante la última media hora de partido, justo cuando todo se le había puesto de cara al adelantarse en el marcador.

Un Barça con dos caras, incómodo en la primera mitad y acertado en ataque en la segunda, se impuso en un partido en el que tuvieron que superarse a sí mismos para encontrarse en el césped y a un Madrid duro que fue pinchándose con el paso de los minutos.

Así pues, es una victoria muy importante que, más allá de los 3 puntos y el liderato, da a los blaugrana mucha moral de cara al Mundial de Clubes, única competición que todavía no poseen. Al inicio del encuentro el mejor fue el Real Madrid, que tuvo más peligro y consiguió que el mejor hombre del Barça fuera Valdés, además de evitar que los locales chutaran una sola vez entre los tres palos.

Pero en la segunda todo cambió. El Barça, con 11 jugadores y tras la expulsión de Busquets todavía más, estuvo muy acertado en defensa y en ataque, donde tuvo oportunidades para cerrar el partido de haber conseguido Messi el segundo, pero Casillas lo evitó. En la pizarra pareció ganar Pellegrini, pero como su equipo, no supo reaccionar y Guardiola, muy activo desde la banda, también ganó esta partida. El Camp Nou celebró la victoria contra el máximo rival, que se lame las heridas con indulgencias gracias a la sensación de haber tenido a los intratables azulgranas a tiro.

El choque dará mucho que hablar en las próximas jornadas y seguramente con buenas palabras en ambos bandos para casi todo el mundo. El partido respondió a las expectativas, sobre todo en el ritmo y con las estrellas sobre el césped. Con Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, pero sin Ibrahimovic pese a las especulaciones, arrancó el partido. No hubo minutos de tanteo. Ambos equipos fueron a buscarse muy arriba desde el inicio, para luego atacarse cada uno con su estilo. El Barça elaborando su fútbol; el Real Madrid, con un juego más primario y directo.

Fue un pulso de veinte minutos por controlar el centro del campo. Un primer envite de fútbol eléctrico, con muchos más errores que aciertos, que terminó cuando llegó la primera ocasión clara del partido: un mano a mano de Cristiano Ronaldo con Valdés que el meta azulgrana desvió con la punta de una bota.

El Real Madrid había enseñado los dientes al Barça en su propia casa y el conjunto catalán pareció desconcertado. Quiso darle réplica, pero no encontraba la clarividencia de Xavi ni tampoco el desborde de Messi, permanentemente vigilado por Arbeloa o Albiol. El argentino estuvo dominado por la ansiedad en el primer periodo, hipotecada por su intención de resolver el encuentro en cada acción.

Los de Pellegrini ahogaron al Barça en 30 metros, y el conjunto azulgrana no supo serenar su juego. Ansioso, precipitado, enmarañado, cayó de cuatro patitas en la trampa blanca. Lass y Xabi Alonso trazaban la línea, y el equipo de Guardiola jugó durante muchos minutos alejado de los dominios de Casillas.

Ocasión de Marcelo

El Real Madrid, amenazante, tuvo otra clara ocasión por mediación de Marcelo, pero Puyol se interpuso cuando el volante brasileño se disponía a fusilar a Valdés.

Sólo al final de la primera parte, cuando Iniesta apareció por la izquierda para suplir las carencias de un desangelado Henry, el Barça puso tímidamente a prueba a Iker. El parcial lo había ganado a los puntos el Madrid, esperando atrás para salir al contraataque liderado con claridad por Kaká y por el inquieto Ronaldo, muy libre en la zona de ataque.

Parecía difícil que el Real Madrid aguantará ese ritmo en la reanudación. Y, efectivamente, fue perdiendo fuelle desde el inicio de la segunda parte. Aún así, pudo adelantarse en una contra que acabó en las botas de Higuaín y que de nuevo abortó un bravo Puyol.

Pero tras el descanso el partido tuvo un lavado de imagen con un claro protagonista: Zlatan Ibrahimovic. El sueco sustituyó a Henry y él solo cambió el encuentro. Con él, el público animó más, sus compañeros se contagiaron de ello y en su primera acción de ataque, ´Ibracadabra´ hizo magia, consiguió un gol que dejó tocado al Madrid.

El gol fue de aquellos que es más fácil fallar por creerse que el balón está dentro que meterlo realmente. Pero Ibrahimovic, a centro de Alves, puso fuerte el interior del pie izquierdo para fusilar a Casillas, vendido totalmente. Pintaba bien la cosa para los intereses blaugrana, pero unas manos inocentes de Busquets le llevaron, por doble amonestación, a los vestuarios.

Faltaban treinta y cinco minutos para el final y el Barça había empezado a convertir el partido en un rondo eterno. Pero a Busquets se le cruzaron los cables y decidió cortar con la mano una jugada sin peligro en el campo rival.

El canterano, bastante descentrado durante todo el encuentro, ya había visto una primera amarilla minutos antes por una falta en el centro del campo. Guardiola, que ya tenía pensado sustituirle por Touré Yaya, se lo quería comer cuando, cabizbajo, abandonó el campo hacia el túnel de vestuarios.

Sufrimiento azulgrana

Los locales volvieron a sufrir con diez. Ronaldo tuvo su ocasión de cabeza antes de ser sustituido por Benzema, y el punta francés una aún más clara que envió fuera dentro del área pequeña, donde el balón había ido a parar rebotado tras el lanzamiento de un córner.

Pese al acoso visitante, el Barça a estas alturas ya había encontrado su identidad y fabricaba algo de juego a la contra al ritmo de un excelso Iniesta.

Abidal y Messi tuvieron dos ocasiones clarísimas para sentenciar en la recta final, pero el francés cruzó demasiado su disparo y al argentino se le apareció San Iker. Los delanteros blancos también lo intentaron hasta el final, pero ayer se toparon con dos centrales superlativos como Puyol y Piqué.

El partido entró en una fase un poco loca donde apareció el mejor Barça, el de toque. Lass Diarra se autoexpulsó al entrar duro a Xavi, y con las fuerzas equilibradas, el Barça intentó amarrar el balón hasta el final. Lo consiguió, y el Camp Nou celebró el 110 aniversario del club con una victoria contra el máximo rival.