Hay jugadores que determinan el carácter de sus equipos. Sucede con Trashorras y con Aspas. En Liga, el Celta se organiza sobre el lucense, sobre su fútbol diésel, maravillosamente preciso en el juego medio-largo. Trashorras pesa en sus compañeros. Son como niños que en cada acción buscan la aprobación del padre. Aspas, en cambio, los trata como hermanos. Juega con ellos en igualdad, al trazo corto, y eso distribuye la responsabilidad. A Eusebio le corresponde cuadrar el círculo, conseguir que ambos se sientan cómodos en el mismo esquema. Se antoja difícil y es también dura la otra alternativa, la cirugía aplicada a un miembro sano.

puntada a puntada

Iago Aspas posee un talento contagioso. Su calidad se expresa a través de los compañeros, de cómo los va cosiendo puntada a puntada a las combinaciones. A cambio, exige una libertad de acción que Eusebio sólo le puede conceder, con el actual dibujo, a costa del ariete. En Copa lo ha probado y con excelentes resultados.

un equipo coherente

El Celta de Eusebio, para lo bueno y lo malo, es un equipo con una personalidad muy definida. Concibe el fútbol de forma monocorde, a partir del balón. Poco importa que tenga delante a un compatriota de Segunda o a un lujoso adversario de Primera. Plantearía igual el choque ante el Barça. Tampoco le influye el carácter del encuentro, si de habichuelas ligueras o de sueños coperos. El discurso único revela la pobreza de fondos en la confección de la plantilla. No había dinero para un plan B. Pero tiene también el mérito de la valentía en el planteamiento y la coherencia, aunque sea a costa de no saber guarecerse en los momentos de declive.

la última elección

El Celta ha practicado un fútbol fluido de ambas formas, a lo Trashorras y a lo Aspas. Al cabo, lo que determina el rendimiento es el acierto en la última elección. Abalo resume este factor. Lo que le distancia de convertirse en un gran jugador es esa milésima de segundo dentro del área, un instante que los buenos convierten en el siglo que les permite pensar. Cuando Abalo detiene el cronómetro, como ayer, el compañero sólo tiene que empujarla.

el matiz necesario

Oltra aprendió de la primera parte. Lo que quizá debiera traerse sabido de casa. Al Celta hay que cortocircuitarlo en sus cimientos, en la salida del balón. El adelanto en la presión bloqueó a los celestes. Eusebio reaccionó con la escasa capacidad de matización que posee en su arsenal. Sacó a Arthuro para pelear la transición directa. Pero el brasileño, un fichaje del que mucho depende, no encuentra el punto de forma necesario y empieza a sufrir la clásica depresión del delantero.