Cristian Bustos abandonó ayer el entrenamiento por precaución: sintió un tirón en la rodilla derecha, en la que arrastra dolores por un esguince. Espera que no le impida jugar mañana, sobre todo después de perder la titularidad. Por ello, está dispuesto a que los médicos le inyecten en la zona dañada. Siente, más que nunca, la necesidad de jugar. La suplencia, reconoce, la lleva mal. "Cuando uno no juega está enfadado consigo mismo. Pero son cosas del fútbol y las acepto perfectamente", apunta el centrocampista alicantino, que ante el Tenerife podría recuperar el puesto que le arrebató en la Liga López Garai.

"Sorprendido estoy y estaré siempre porque trabajo para jugar", señaló ayer Bustos en referencia a su desaparición del once ante el Cartagena y el Rayo.

Admite no haber recibido explicaciones de Eusebio por su suplencia: "Simplemente son decisiones que toma el técnico; yo las acato y las respeto, perfectamente". "No hay que darle más vueltas al asunto –incide–, es una decisión del míster y ya está. No hay ningún problema".

Tampoco se considera "víctima" de los resultados "porque seguimos sin ganar. No me lo tomo así porque no creo que sea así. Me lo tomo como una decisión del míster y la acato perfectamente. Lo único que me queda es trabajar para demostrarle que cuando vuelva a confiar en mí voy a estar al cien por cien".

Desaprueba que pueda ser "incompatible" con Garai. "No hay que darle más vueltas. Son decisiones del míster y no me voy a rendir nunca".

"El partido de Copa es atractivo" y motiva más, asegura, por tratarse de un Primera. Le vale cualquier resultado en Vigo siempre que el Tenerife no marque.