La tarde de ayer fue la más tediosa de los últimos meses para los aficionados que decidieron cruzar el puente de O Burgo. El Pontevedra se enredó en la telaraña del Sestao River y no encontró el camino para despegarse de ella en los 90 minutos. Tal vez la ausencia de Santi Amaro, tal vez la de Pepe Aicart o la de Gerardo Carrera hayan influido, pero los granates carecieron de fluidez, de pegada e incluso de ese arrojo necesario para buscar la heroica cuando se escapan dos puntos que pueden ser de oro al final de la temporada.

Espeso

El técnico local, Roberto Aguirre, en la línea de su equipo, estuvo espeso y sin ideas. No aportó un plan B, tan sólo la entrada de Carril, y pese a que pasaban los minutos sin que se percibiesen síntomas de mejora decidió mantenerse impertérrito en el área técnica. Los denostados Matías Saad y Santi Villa (la situación de este último merece un capítulo aparte, habrá que preguntarse cuándo va a jugar si no lo hizo ayer) se ejercitaban junto al córner con desesperación, pero Aguirre no se salió de su guión hasta los últimos 5 minutos, dando una mínima opción al ariete argentino que apenas pudo participar.

Incluso las cosas pudieron terminar peor, pues un remate de Izurza en los estertores del duelo se estrelló contra el larguero tras superar a Quintana, ante un Pasarón adormilado que ni tan siquiera acertó a mostrar su desaprobación tal vez imbuido por un partido que muy pocos recordarán.