La intensidad y la presión del Valencia durante los noventa minutos rompió la racha de victorias del Barcelona, que cedió su primer empate de la temporada ante un rival que no le dejó maniobrar y frente al que nunca se sintió cómodo.

El partido tuvo ocasiones de gol, pero no goles, con una primera fase en la que el Valencia fue superior a su rival, una segunda en el que el Barcelona mejoró sensiblemente y un marcador final que pudo decantarse a favor de cualquiera, pero que señaló una igualada justa.

La primera acción del partido, a los pocos segundos de juego, fue un mano a mano de Pablo con Víctor Valdés que el meta del Barcelona desbarató y que se convirtió en una premonición de lo que iba a pasar en el primer periodo del partido.

Una primera parte floja

El Valencia renunció a muchas cosas, pero no a maniatar al Barcelona. Aunque durante este periodo el equipo catalán tuvo el balón, las ocasiones fueron para el equipo local, que llegó con tanta frecuencia como poco acierto a la meta de su oponente.

A base de balones largos y gracias a la movilidad y a la gran intensidad de sus futbolistas, el Valencia consiguió logró incomodar al Barcelona. Se jugaba el partido que quería el equipo local, un conjunto que, con mucha presión e insistencia, no dejaba que las evoluciones del Barcelona fueran las habituales.

Tan sólo en un remate de Iniesta (m.35) creó el Barcelona problemas a César, ya que el equipo de Pepe Guardiola no supo aprovechar las ocasiones de gol de que dispuso en los lanzamientos de faltas desde posiciones peligrosas.

Con el conjunto local volcado sobre la meta de Valdés se llegó al descanso de un encuentro disputado e intenso, en el que el Valencia impuso su ley en los primeros 45 minutos.

El Barça volvió más fuerte del descanso

La segunda mitad fue diferente. Se jugó mucho más como quiso el Barcelona, con un dominio territorial creciente, que asfixiaba al Valencia y con menos salida a la contra por parte del conjunto local, que acusó el gran esfuerzo físico del primer periodo, aunque supo mantener sus líneas juntas para tratar de restar eficacia a su oponente.

Sin goles, un marcador más que inusual en un Valencia-Barcelona, llegó el partido a su conclusión, un resultado que reflejó el equilibrio de fuerzas que hubo sobre el terreno de juego y la intensidad con que se vivió un partido en el que el gol mereció un protagonismo que no tuvo.