"Serán los mejillones de Moaña", bromea Jonathan a la hora de buscar una explicación a una saga familiar tan prolífica en lo futbolístico. De los cuatro hermanos Aspas, sólo el pequeño, Pablo, vive alejado del deporte rey. Urbe es el portero del Moaña tras haber pasado por el Alondras; Iago ya asoma en el Celta y Jonathan acaba de regresar de Italia, en donde ha finalizado la temporada con el Piacenza de Segunda División. Pero hay más. Su tío Cristóbal Juncal milita en el Alzira de Segunda B y su primo Aitor Aspas es una de las perlas de las categorías inferiores del Valencia.

Influye también el haber tenido el campo de A Xunqueira a escasos cien metros de casa. "Jugábamos en la Liga de los Sábados. A mí me entrenó mi hermano Urbe y me enseñó un montón de cosas. Me metió la pasión", señala el que fuera campeón de Europa sub 16. Como no podía ser menos, Iago siguió sus pasos desde los 5 años. Muy poco después acudió a una prueba para el Celta. "Ese día sólo era para los nacidos en 1986 y cuando me dijeron que yo no podía hacerla me eché a llorar. Al final me permitieron hacerla, me cogieron y al firmar tuve que decirles que yo era de 1987", relata el más joven de los hermanos.

Eso supuso toda una revolución en una familia futbolera que tenía que multiplicarse los fines de semana. "Nuestros padres iban al Celta, al Celta B o al Alondras. A veces mi madre iba a ver a uno y mi padre a otro. Había que repartirse", señalan ambos, sin olvidar que su éxito radica en que "se sacrificaron mucho por nosotros".

Tras los dos goles la consigna familiar para Iago es clara. "Me dicen que ahora no me lo vaya a creer", reconoce con la tranquilidad del que asume que "sólo fueron dos goles y un partido. Por ahora sigo siendo el mismo". Eso sí, tras la gesta el móvil echaba chispas. "Tenía entre 100 y 150 mensajes cuando lo encendí", apunta. Jonathan lo vivió con idéntica alegría desde Italia. "Había hablado con él y no tenía muchas esperanzas de entrar en la lista. Al acabar ya me llamó un amigo para decirme que mi hermano la había montado", afirma.

El debut en casa de Iago es visto con cierta envidia sana por parte de Jonathan. "Salir con tanta gente en el campo y marcar ante tu afición es increíble. Mi debut fue en la Copa de la UEFA en el partido de vuelta ante el Benfica [la ida había acabado con un 7-0]. Tenía 16 años y fue una felicidad, pero no comparable a esto", admite.

Muy lejos quedan esas pachangas entre hermanos en los campos del Keniata. Estrenar botas era sólo una excusa. Y el único problema, admiten, "era quién iba a ser el portero, porque hasta Urbe quería jugar de delantero".