Cada vez que a Guardiola se le inquiere por las posibilidades de su equipo apela al descanso y a la buena alimentación. Ahora llega el momento decisivo con la ida de semifinales de la Champions frente al Chelsea y el clásico ante el Real Madrid en el Bernabéu.

Sabe el técnico del Barça que el empate rescatado en Mestalla, a pesar de la victoria del Madrid ayer en Sevilla, es un punto ganado y no dos perdidos frente a uno de los pocos rivales que esta temporada, en Europa y en España, pusieron en problemas a los azulgrana.

Si el Barça es capaz de reaccionar ante un rival de entidad como el Valencia, se demuestra el potencial de los blaugrana, de su capacidad de reacción, del valor de Thierry Henry, aunque por contra también debe servir de toque de atención por cómo llegaron los goles encajados.

Dos tantos en apenas dos minutos echaron parte del trabajo por tierra. Un gol de rebote tras una falta de entendimiento entre Valdés y Puyol; y un tanto después de una gran acción colectiva del Valencia y un error defensivo del Barça, que permitió a Pablo Hernández incrustarse entre Puyol y Alves y poner en problemas a la defensa culé.

A cinco partidos para el final, el Barça sabe que no podrá alzarse matemáticamente con el título liguero en el Bernabéu, pero también que, por muy mal que le vayan las cosas, saldrá de Madrid como líder. Al menos con un punto.

En la Champions, la cuenta atrás es más rápida. Dos partidos de semifinales y, en apenas ocho días, el Barça sabrá si será uno de los dos equipos que lucharán por la gloria en Roma, aunque para ello se las tendrá que ver con el Chelsea, un equipo con el que ya se encontró en el pasado, aunque ahora en el banquillo ya no estéel polemista Mourinho.

El Barca llegará en su mejor momento frente a un rival que prácticamente se despidió de la Premier, que llega con problemas defensivos (baja de Cole y posible de Carvalho) y con algo de miedo, después de observar cómo solventan los culés sus partidos en Europa. La suerte parece echada en una semana.