Como hace un año, Rafael Nadal y David Ferrer volverán a verse las caras en la final del torneo Conde de Godó, tras cumplir los pronósticos, con mayor o menor brillantez, para dejar en la cuneta al ruso Nikolay Davydenko y al chileno Fernando González, respectivamente.

Nadal ganó por 6-3 y 6-2 simplemente porque está a otro nivel que el resto, especialmente en tierra batida. Da igual si ayer no firmó un gran tenis para salir adelante frente a un voluntarioso rival, que sólo le puso en aprietos en el primer set. El mallorquín, el número uno mundial, jugará su quinta final de la temporada, después de sus triunfos en el Abierto de Australia, en Indian Wells y en Montecarlo; y su único traspié en Rotterdam, donde cayó ante Murray.

A pesar de que se sintió molesto por las condiciones meteorológicas adversas, el viento cambiante que se mostró en las pistas del Tenis Barcelona, Nadal se impuso por mentalidad, por físico y por juego.

Admitió Nadal que no está satisfecho con su revés, pero tampoco debe estarlo, aunque no lo dijo, con su saque, demasiado irregular durante el partido.

Parece como si desde que saliera a la pista, el mallorquín se hubiera fijado en una valla publicitaria con la frase: “Para ganar tengo que olvidarme de lo que he ganado” para motivarse. Así fue, Nadal seguramente se habrá fijado que esa frase es de otro genio del tenis, del checo-estadounidense Ivan Lendl.

Y hoy, Nadal volverá a encontrarse con David Ferrer, como el año pasado, cuando el manacorense ganó por 6-1, 4-6 y 6-1 y levantó su cuarta copa del Godó.

El tenista de Javea lo tuvo mucho más complicado y ganó por 2-6, 6-2 y 7-6(7-5). Primero porque el chileno Fernando González se mostró a un nivel altísimo durante la primera manga. Con un servicio infalible y una derecha matadora, González ganó el primer set con facilidad por 6-2. Ferrer le devolvió el mismo marcador y en el definitivo aprovechó la primera bola de partido.