Le duró poco la ilusión al celtismo. La victoria ante el Córdoba fue un espejismo; disfrazó un pésimo encuentro del cuadro vigués, aunque le devolvió la esperanza a disfrutar de un tranquilo fin de temporada. Pero el Celta de los últimos tiempos se empeña en amargarle la existencia a sus seguidores con actuaciones tan infames como la que ayer ofreció en Madrid, ante un rival que hace apenas unos meses se fajaba en Barreiro con el filial céltico. A este paso, será cuestión de darle la alternativa a los canteranos, que todavía aspiran a clasificarse para la fase de ascenso, aunque tendrán que renunciar al premio por culpa del primer equipo. Es la última vía que le queda por experimentar a un club que cada tres meses improvisa un proyecto deportivo para acabar como siempre: regresando a la miseria.

El mayor ridículo

El Rayo Vallecano apenas necesitó cinco minutos para ridiculizar a un equipo que practica un juego más estático que el de un futbolín. El fiasco de ayer superó al de Tenerife, el que le costó el cargo a Pepe Murcia. El conjunto madrileño sólo tuvo que dejarle el balón a Jofre. El interior zurdo se aburrió de desbordar a George Lucas y de enviar balones al área de Falcón. Los nervios del guardameta y el despiste con el que jugaba la zaga celeste pusieron el resto para que Aganzo reivindicase un puesto en la selección de Luis Aragonés.

fracaso del trivote

Eusebio no aprendió la lección del Córdoba e insistió con una línea medular con tres futbolistas de corte defensivo (Rosada, Vila y Renan). Nadie en el club le informó que su predecesor también había fracasado con el trivote y sólo cuando ajustó la defensa y se inclinó por el dibujo del 4-2-3-1 pudo construir un equipo con cierta solvencia. El vallisoletano rectificó en el descanso y, con dos mediocentros, el Celta mostró mayor fortaleza defensiva y le plantó cara a un rival que en otro error de Lucas anotó el cuarto.

Destrozos anímicos

La única noticia positiva es que el cuadro celeste no bajó los brazos y buscó la portería de Cobeño. Pero el mal de la primera mitad ya era irremediable y el Celta afronta las últimas nueve jornadas de Liga en las peores condiciones anímicas para asegurarse cuanto antes la permanencia. La visita a Balaídos del Levante supone otra jornada cargada de dramatismo para el club vigués. Era previsible perder ante uno de los máximos aspirantes al ascenso, pero nadie esperaba que fuese con un ridículo tan grande. Los destrozos anímicos pueden ser serios si no se cortan con un resultado positivo inmediato.

Salvar la temporada

Lo único importante en estos momentos es sumar al menos dos victorias para evitar sobresaltos de última hora. Salvar la temporada y esperar a que se acaben las miserias.