Pilar Valero ha tenido muchos destinos en sus veinte años como profesional. Ha vestido camisetas históricas, algunas ya extintas: Banco Zaragozano, Dorna Godella, Costa Naranja, Pool Getafe, Ciudad de Burgo, Islas Canarias... Siete títulos ligueros y cinco coperos adornan su currículo, conquistados con cinco equipos diferentes. Ofertas no le faltarían ni ahora que se abisma a los cuarenta. Y ella los quiere cumplir en una cancha. Pero para esa última fotografía sólo se imagina de celeste. “Si sigo, será en el Celta”, establece.

También es leyenda en el territorio íntimo del Central. De 1997 a 2002, en su primera etapa en el club, entonces patrocinado por el Banco Simeón, ganó dos ligas y una copa. Volvió en 2007, a sabiendas de que el potencial deportivo y económico había menguado. No le importó porque el Celta es su gran amor, el destino inevitable de su largo viaje. “Me gusta la ciudad, me encanta el club, adoro a la directiva...Me apetece seguir jugando, pero tengo claro que sólo será aquí”.

Que se le cumpla el deseo depende de factores externos e internos, institucionales y corporales. Por lo de pronto, debe existir un Celta en el que continuar. El presidente, Paco Araújo, no pensará en renovaciones y fichajes, ni siquiera en confirmar la plaza en Liga Femenina, hasta que reúna el presupuesto que le permita competir dignamente, con el nivel mínimo que exige el historial de la entidad. Con Valero, el club tiene las cartas boca arriba. Quieren que siga, ya se lo han hecho saber. “Me hablaron de la renovación hace tiempo”, reconoce Valero, “y todo quedo parado. Ahora que ha terminado la temporada para nosotras imagino que hablaremos”.

Porque la zaragozana está segura de que Araújo y sus compañeros volverán a obrar el milagro de cada verano. Aparecerán los patrocinadores necesarios, cuadrarán las cuentas y en octubre el Celta saltará a la cancha. “Paco al final siempre saca el equipo adelante. Yo es que creo mucho en él”, se explica.

Igual que Araújo cree en ella. Por los minutos de calidad que aporta y su condición de líder espiritual. “Por Pilar esperaremos el tiempo que sea necesario”, afirma el mandatario. Hay que esperar porque la última palabra sobre su continuidad la tiene el pie de Valero.

La jugadora padece un edema óseo. Está a la espera de que los médicos comparen resonancias y le detallen la gravedad, tratamiento y plazos de recuperación. Es una dolencia que se agravó en el sacrificio de jugar contra el dolor porque el equipo estaba diezmado. “Hubo que forzar por la situación que había. Me hubiera gustado ver a este equipo sin tantas lesiones”, comenta al recordar esas jornadas en las que Miguel Méndez apenas tenía efectivos para el quinteto inicial. “Yo espero que las consecuencias no sean muy graves. No me quiero poner pesimista ni caer en el alarmismo, aunque estoy preocupada”.

Admite la angustia sin que le tiemble la voz. Es energética, alegre. Reparte su vitalidad incluso en estos últimos días de entrenamiento, antes de la desbandada de compañeras que ignoran si volverán a reunirse. El Celta Indepo concluyó su trabajo el pasado viernes, al quedar noveno en la temporada regular. A finales de semana Méndez licencia a su plantilla. Valero admite: “El ambiente es genial y a la vez triste porque se aproxima la despedida”. Que por su optimismo genético entiende provisional: “Yo espero que sigamos casi todas y a las dos o tres que no, ojalá les vaya bien”. Ni siquiera da por hecha la marcha de Alba Torrens: “Tendrá ofertas, pero todavía no ha decidido nada”.