Estamos seguros de que al final del encuentro los visitantes comentarían lo fácil que es marcar gol, teniendo en cuenta que de diez veces que éstos lanzaron a puerta, cinco terminaron en saques de esquina, tres en goles y dos no fueron aprovechados por Álex. Mientras que por parte grampeñista el balance ofensivo se tradujo en siete saques de esquina, cuatro remates de Couso sin consecuencias, uno de Brais que devolvió el poste, otro de Moya de cabeza que paró el portero visitante, una meleé ante Simón que no se aprovechó y un balón que providencialmente interceptó el defensa Jorge.

El resultado no refleja, ni con mucho, lo que pasó en la cancha, pues tras una primera mitad de juego nivelado vino una continuación en que el Gran Peña dominó, creo juego y ocasiones, pero le faltó, una vez más ese hombre gol que sirva para recompensar el esfuerzo del conjunto, en una palabra que le faltan rematadores y también, un poco de suerte que tampoco le acompaña últimamente al menos en los partidos que disputa en Barreiro.

El Narón, a juzgar por el resultado, pudiera parecer que fue netamente superior a los grampeñistas, pero comentado lo anterior la ventaja que ellos tuvieron sobre los vigueses ha sido el aprovechar prácticamente la gran mayoría de las ocasiones que crearon y como en futbol, las victorias las dan el mayor número de goles, en esto no podemos negar que todos los logrados por los rivales han sido legales, para ello buscaron especialmente el contragolpe, se entretuvieron poco con el balón y supieron enviar éste en un noventa por ciento de sus lanzamientos por entre los tres palos.

Un traspié más que no debe servir para decir que todo está perdido, ni mucho menos, basta solucionar el poco acierto en el disparo porque equipo hay con cualidades, como así lo demostraron ayer y en otros partidos anteriores en que tampoco se ganó.

Hay, por tanto, una buena plantilla cuyo único fallo es no sacar rendimiento a su juego.