Gustavo, de entrada, rechaza el ex. "No, aún no", dice de si está retirado "Estoy esperando a enero para ver si de las cosas que tengo alguna me satisface. De momento sigo con ganas". El "Cuervo", gloria de la banda de Río, quiere escribir el epílogo adecuado y no este apagarse en silencio que fue el descenso del Cádiz. "En septiembre puse todas las cartas sobre la mesa. Había algunas ofertas interesantes, pero ninguna me agradó lo suficiente. Tengo que mover a la familia. Uno pone ahora en la balanza muchas cuestiones en las que antes no pensaba. Sigo entrenando mucho por si sale algo. Si no, daré un paso al costado".

Gustavo López diseñó en su cabeza un relato ideal. Sólo se imaginaba con dos camisetas en el adiós, la celeste de su madurez o la roja de su juventud. "Ya que no pudo ser el tema del Celta, terminar con Independiente sería muy lindo. Veré. Tampoco tengo una gran ansiedad. Paso las fiestas con la familia, acá en Vigo. Después ya tendré tiempo de decidirlo".

El fútbol ha concedido a Gustavo este receso para mirar de frente a ese día después que a tantos futbolistas aterra. "Estos meses que he estado sin jugar me vinieron bien para pensar y ver mi futuro con un poquito más de claridad. Estoy feliz. Me han salido otras cosas, algunas ligadas al fútbol y otras a las empresas que tengo yo".

La cuestión es mitigar la nostalgia inevitable: "Un domingo sin fútbol se sigue haciendo raro. Pero las cosas se compensan. Me gusta estar en familia, en mi casa, con mis amigos".

Cuando desaparece el ruido de los aplausos, se vuelve a lo esencial. "Puedo llevar a mis hijas al colegio, por ejemplo, y todo eso que no podía hacer por lo que conllevaban los partidos, los viajes, las concentraciones. Yo me perdí gran tiempo de verlas crecer. Ahora aprovecho y trato de disfrutarlas al máximo. Pasa el tiempo y después no hay vuelta atrás". E igual con la mujer, los padres, el hermano: "Nos juntamos los domingos a comer asados. Es lo que te da el después del fútbol".

Eso para el disfrute. Para el trabajo, en lo financiero ha sido siempre tan preciso como con la zurda. "Tengo negocios a nivel inmobiliario y algunas cosas más, en Argentina y en Vigo. Construimos parques infantiles, campos artificiales, un poquito de todo y siempre en proyección a lo que es la juventud". Y es otro empresario preocupado por la crisis, aunque milita en el optimismo: "Me afecta como a todos, por supuesto. Se va llevando. Siempre hay que ver el vaso medio lleno y no medio vacío".

Pero ese redescubrimiento de la intimidad o la multiplicación de las actividades no le cura totalmente del fútbol. "Seguiré ligado al deporte, a ayudar a la gente, con los niños en los campus. Ahí estaré siempre presente".

Ni siquiera descarta el retorno profesional por la vía del banquillo. En breve retomará los estudios del carné de entrenador. Porque Gustavo, sobre todo, disfruta de los horizontes abiertos. "¿Entrenador profesional? ¿Por qué no? Todo puede pasar. El fútbol es mi vida. Es algo más que uno puede tener en un momento determinado. Podría pasar la experiencia que tuve".

Es el eterno retorno a lo céltico. "Ojalá. Yo no le cierro las puertas nunca a nadie y menos al Celta, que me dio tanto. Siempre le estaré agradecido. Y por qué no algún día volver a formar parte de la familia celeste, que sigue siendo la mía".