El Celta pone rumbo hacia la zona de ascenso con un solvente triunfo frente al Levante en un partido marcado por la igualdad de fuerzas y en el que los celestes supieron reponerse a un error inicial para acabar superando a su adversario en todos las facetas el juego. La victoria, cimentada con rigor defensivo e inspiración para definir en los momentos claves del choque, permite a los de Pepe Murcia sumar diez partidos invictos, acabar con la sequía del equipo en el Ciutat de Valencia y sobre todo confirmar con réditos clasificatorios las buenas sensaciones futbolísticas que el equipo vigués ha ofrecido en el último mes de competición. La posibilidad de meterse de lleno en la batalla por el ascenso, el único objetivo posible de este equipo, ha dejado de ser una quimera.

Arrancó el Celta con idénticos mimbres que hace una semana frente al Rayo (sólo la novedad de Fajardo por el lesionado Fabiano) y algo menos revolucionado que su adversario, que asumió atropelladamente la iniciativa, sin ofrecer verdadera sensación del peligro. Y Notario habría vivido un inicio de partido tranquilo de no ser por la malsana querencia de este equipo a complicarse la existencia en acciones en apariencia inocuas. Peña amagó con un par de errores pavorosos pero fue Fajardo el que regaló a Xisco un balón fatal. El granota levantó la vista, templó al cogollo del área y Geijo, el cazagoles del Levante, batió a placer a Notario. Apenas habían transcurrido once minutos y el Celta volvía a pagar una fortuna por errores fácilmente evitables. Pero el tanto no intimidó a los celestes, que se desperezaron y empataron en una fluida combinación con la defensa granota posicionada. Michu condujo, envió a media altura y Ghilas dejó con suave cabeceo el balón muerto en la media luna. Allí apareció como un torpedo Fajardo y engatilló un disparo raso y cruzado al que no llegó Reina. Un gesto de osadía y amor propio con que el uruguayo enmendaba su error.

Con el empate el juego creció en intensidad. Ninguno de los dos equipos parecía conformarse con el empate y se enzarzaron en un intercambio de golpes tan poco conformista como estéril pues aunque la pelota cambiaba con frecuencia de área los dos porteros vivieron la refriega con relativa tranquilidad. La paz sólo se vio alterada con otra arrancada de Fajardo que entró por el costado en el área y lanzó con veneno pero excesivamente alto. Y así, con apenas cuatro llegadas concluyó un primer tiempo tan dinámico como poco rentable.

Tras la reanudación, el Levante recuperó la iniciativa y se benefició de un error arbitral que dejó a los dos centrales del Celta con amarilla. Rubén, el hombre que proporcionó ayer rigor y criterio a la zaga celeste, fue amonestado de forma rigurosa en el primer tiempo y Peña la vio por una falta inexistente cerca de la frontal al inicio del segundo. Con este incierto panorama atrás, las opciones del Celta parecían encomendarse al talento individual de alguno de los hombres de arriba. Y entonces apareció Trashorras. El lucense, desdibujado en el primer tiempo, sirvió a Dinei un perfecto desde la izquierda que el brasileño, picó con rabia a la red. Un merecido premio para el brasileño, que hasta ese momento se había fajado en una estéril guerra sin cuartel con los centrales, y la constancia de que la capacidad del Celta de hacer daño es directamente proporcional a la inspiración del futbolista de Rábade.

El Levante no se rindió, se estiró y apretó las tuercas al Celta, que vivió ocasionalmente en el alambre. Iborra, recién ingresado en el campo se plantó ante Notario, que evitó el gol con una formidable parada. El error debió desesperar al granota que poco antes había sido amonestado y fue expulsado minutos después por una dura entrada a Fajardo. Con uno más sobre la cancha el partido se inclinó hacia al Celta, que sentenció en una jugada extraordinaria que inició Abalo, prolongó sutilmente Trashorras y remachó a placer Dinei para obtener un triunfo que mete al Celta de lleno en la pomada.